Desentrañar el entramado explicativo de las causas y consecuencias de los magnicidios supone una operación para nada sencilla.
Ayer fue asesinado en Ankara el embajador Andréi Kárlov, un funcionario clave de la diplomacia rusa, que antes de ser destinado a Turquía había cumplido funciones análogas en otro lugar sensible para la administración Putin: Corea del Norte.
Las primeras noticias provenientes del Kremlin atribuían al asesinato –perpetrado por Mevlüt Mert Altıntas, un policía turco antidisturbios de opaco e insondable pasado que fue acribillado a balazos por fuerzas regulares de su propio país una vez consumado el ataque público contra Kárlov- la finalidad de debilitar la relaciones ruso-turcas, que , después de haber transcurrido largos períodos de ostensible frialdad, comenzaban a recuperarse luego del fallido golpe de estado intentado tiempo atrás contra el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
La explicación rusa es, naturalmente, provisoria, aunque pueda ser catalogada en principio como razonable, y remite a otras cuestiones geoestratégicas no saldadas en la región.
Es evidente que la devastadora guerra en Siria encontró a ambas potencias con puntos de fricción inocultables, pero también con acuerdos sobrevinientes difícilmente soportables para occidente y la OTAN.
Rusia intervino decisivamente para evitar la maraña militar y terrorista que pugnaba de manera sangrienta por erradicar del poder al presidente Bashar Al Assad. La liberación reciente del objetivo clave de Aleppo (la ciudad más poblada de Siria) parecen ratificar el éxito político y diplomático del Kremlin, que decidió jugar fuerte en un país donde se hallaba situada su única base naval en la región, ubicada en el puerto de Tartus. Vale decir que Siria tampoco constituía un objetivo subalterno para la potencia euroasiática.
Por otra parte, debe recordarse que Julián Assange había revelado no hace demasiado tiempo que los planes estadounidenses para derrocar al gobierno sirio databan del año 2006 y Edward Snowden hizo público en su momento que los servicios de inteligencia de EEUU, el Reino Unido e Israel habrían colaborado, vía Mossad, en la creación del incorrectamente denominado "Estado Islámico" de Irak y el Levante. Las razones verdaderas del asedio (que le ha costado a Siria pérdidas equivalentes a casi tres productos brutos) se relacionan mucho más con la realpolitik que expresan las primaveras desestabilizadoras, que con los valores democráticos y las apelaciones a la libertad con las que son presentadas habitualmente las intervenciones imperiales por parte de los grandes medios de comunicación del mundo (*)
Turquía, por su parte, no solamente facilitó su territorio para el armado de una multiplicidad de grupos terroristas que actuaron en Siria, sino que llegó a comprar el petróleo robado por el ISIS, una de sus principales fuentes blanqueadas de financiamiento.
De hecho, no hace demasiado tiempo, la analista Nazanin Armanian especulaba con la posibilidad de una guerra entre Damasco y Ankara (**).
En los últimos meses, el giro del gobierno turco en su política exterior comenzaron a preocupar a Estados Unidos y sus aliados.
Se trata de un país gigantesco, que –considerado un “microimperio” zonal- divide estratégicamente occidente y oriente, posee alrededor de noventa millones de habitantes, tiene el segundo ejército en orden de importancia de la OTAN (la alianza militar más importante de la historia de la humanidad) y una importancia geopolítica casi incomparable. El país limita con Georgia, Armenia, Irán, Irak, Azerbaiyan, Bulgaria, Grecia, los mares Negro y Egeo, y Siria, nada menos (***), y ha sido históricamente un aliado consecuente de las potencias occidentales.
Hasta que Erdogan debió superar un oscuro e inescrutable intento de golpe de estado, que fuera ahogado en sangre durante el pasado mes de julio.
Esa circunstancia no puede dejar de considerarse al momento de analizar el crimen del embajador ruso. Tampoco, el ascendente recorrido de esta potencia en los últimos años, sus resonantes victorias en el campo diplomático, su ascendente protagonismo en el plano internacional y su cada vez más consolidada alianza con China y otros bloques regionales que le han conferido un protagonismo global del que carecía hasta hace exactamente 25 años (****), momento en el que se desmembraba la URSS. Sugestiva efemérides a la hora de encuadrar el luctuoso atentado de Ankara.
(*) http://www.derechoareplica.org/index.php/derecho/720-siria-y-la-metafora-explicita-de-putin-13
(**)http://www.derechoareplica.org/index.php/derecho/414-habra-guerra-entre-turquia-y-siria
(***) http://www.derechoareplica.org/index.php/mas/politica/895-las-razones-del-intento-de-golpe-en
(****) http://www.eldiariodelapampa.com.ar/index.php/107-portada/destacadas/23937-rusia-entre-el-acoso-mediatico-y-la-democracia-soberana