Por Lidia Ferrari (*)
En continuidad con mis últimos textos comparto este hallazgo en Antonio Gramsci. Parece Gramsci también haber padecido algo de la vergüenza por su lengua subalterna, el sardo. Traduzco un fragmento de una carta desde la cárcel a su hermana Teresa.
"Debes escribirme extensamente sobre tus hijos, si tienes tiempo, o al menos hacer que Carlo o Grazietta me escriban. Franco me parece muy vivo e inteligente: creo que ya habla fluido. ¿En qué idioma habla? Espero que le permitan hablar en sardo y no le cause problemas. Fue un error de mi parte no haber dejado que Edmea hablara libremente sardo cuando era niña. Esto perjudicó su formación intelectual y le puso una camisa de fuerza a sus fantasías. No debes cometer este error con tus hijos. Por otro lado, el sardo no es un dialecto, sino una propia lengua, a pesar de no tener una gran literatura, y es bueno que los niños aprendan varios idiomas, si es posible. Finalmente, el italiano que le enseñarás será una lengua pobre, mutilada, compuesta sólo por esas pocas frases y palabras de vuestras conversaciones con él, puramente infantil; no tendrá contacto con el entorno general y terminará aprendiendo dos jergas y ninguna lengua: una jerga italiana para la conversación oficial con ustedes y una jerga sarda, aprendida a porciones fragmentadas, para hablar con los otros niños y las personas que encuentra en la calle o en la plaza. Les recomiendo sinceramente de no cometer semejante error y dejen que sus hijos absorban todo el sardismo que quieran y se desarrollen espontáneamente en el medio natural en el que nacieron: esto no será una traba para su futuro, todo lo contrario."
(*) Psicoanalista y escritora