Por Lidia Ferrari (*)

Frances Haugen, ex empleada de Facebook, entregó documentos y denunció procedimientos de la compañía que afectan la vida de todos nosotros, inclusive la política. Es importante conocer un poco más sobre el terreno en el cual caminan nuestras palabras. Se suele hablar de una derechización de la sociedad y de un incremento del odio. Como seres que somos de palabra, los discursos hegemónicos que se imponen inciden fuertemente en la construcción de nuestras subjetividades.

El discurso del odio parece ser más atractivo para el público por lo tanto el algoritmo está programado para preferirlo, por razones de lucro. Es lo que denuncia Frances. Un sistema que construye una sociedad del escándalo, más que una sociedad del espectáculo como planteaba Guy Debord. O, mejor dicho, se confirma que el espectáculo que concita más audiencia es el escandaloso. El odio y la violencia son más atractivos para los consumidores de narraciones, por lo tanto los partidos políticos elevan la agresividad para que el algoritmo los tenga en cuenta. “Según Haugen, este es el mensaje que recibían desde Europa: 'Nos estáis haciendo tomar posturas que no nos gustan, que sabemos que son malas para la sociedad, pero si no lo hacemos, sabemos que no ganaremos en el mercado de las redes sociales'. El odio y la polarización serían las monedas de ese mercado, donde sin ellas nadie es capaz de hacerse ver. Y los partidos políticos necesitan a la fuerza que se les vea.”

El psicoanálisis afirma que el sujeto se constituye en el campo del Otro, que es del lenguaje. Hemos abandonado la idea de un ser humano ‘sustancial’. Si imperan discursos que destilan odio, agresividad, violencia; si quienes serían los representantes de la comunidad: los partidos políticos, entran en ese modus operandi no habrá más que esperar que el odio, la agresividad y la violencia se acrecienten. Con esta denuncia se confirma que las palabras y discursos predominantes tienen un canal privilegiado en las redes sociales y plataformas tele-tecno-mediáticas, y que allí se controla lo que circula y, por lo tanto, se fomenta determinado modo de sociabilidad. Giuseppe Conte ubicó como prioritario en el estatuto del nuevo M5S ‘el cuidado del lenguaje usado y la moderación con las palabras’. Sin dudas todos desearíamos que eso se vuelva hegemónico. Pero nos están diciendo que no suma votos ni interés en el público. Las estridencias, el ruido, los insultos, la violencia y el odio tienen una platea garantizada.

¿Cómo se sale de este circuito infernal? Si las plataformas están por encima de cualquier control gubernamental, sumado a su compulsión al lucro sin límites, si no proviene de ellas mismas algún tipo de límite, se hace difícil concebir dónde se podría hacer un corte a este orden de cosas. La denuncia de Frances Haugen es imprescindible, pues nos muestra el colosal poder e impunidad de este sistema omnipresente en nuestras vidas y también nos muestra la consciencia de la organización sobre su inmenso poder: “Teníamos una broma dentro de la compañía: si quieres saber qué países estarán en crisis dentro de un par de años, mira dónde nos hemos expandido”.

Hay gente que cree que el Poder y el control radican en las medidas gubernamentales en relación a la pandemia.



P.D. citas de “La ‘garganta profunda de Facebook da la cara: ‘Financian sus beneficios con nuestra seguridad’”, en El País del 4 de octubre.

(*) Psicoanalista y escritora.