Por Eduardo Luis Aguirre
Las manifestaciones que en su programa radial pronunció hace algunas horas la conductora María Elizabeth Vernaci no pueden ser ignoradas. La elocuencia inequívoca, la vocación expresa y la categórica resolución de decir lo que se dijo se reafirmaban detallada, expresamente por quien profería esas frases terribles.
Jujuy no es Argentina. Es Bolivia. Todo eso agravado por las risas compartidas y estentóreas espetadas al aire, escamoteando la posibilidad de devolverle la palabra al que había elegido pasar sus vacaciones en la tierra donde Rodolfo Kusch esculpió su obra filosófica.La misma donde, según Hernán Brienza, autor del libro "Éxodo Jujeño", ocurrió la mayor pueblada, el mayor movimiento popular en defensa de la independencia argentina. ¿Pretendió ese comentario operar como una sobredosis de humor progre, citadino y transgresor? ¿fue apenas un chiste? ¿O, en realidad, fue una muestra gratis de crueldad infinita en los términos en los que la concibe la psicoanalista Lidia Ferrari? Según la autora de "La diversión en la crueldad. Psicoanálisis de una pasión argentina" , las bromas pesadas son "una coartada de una experiencia sádica, aceptada socialmente, y por eso las ubicamos como un fenómeno inmerso en el amplio campo de la diversión en la crueldad sobre el otro. Las manifestaciones sádicas directas son sancionadas, las que se tramitan como bromas pesadas pueden convocar a la risa general" (1).En un prieto escrito sobre el humor Freud "pone el ejemplo de un preso que va a ser colgado en la horca un lunes y, ante esta situación el reo dice “¡Bonita manera de empezar la semana!”. Este ejemplo mostraría la diferencia esencial del chiste y del humor: mientras que el chiste supone el afloramiento de elementos inconscientes en la realidad; el humor supondría precisamente la negación de esa realidad. Lo que hace el preso en el ejemplo es negar la realidad superándola y despreciándola mediante la broma. Podríamos decir que esta negación del carácter dramático de la realidad aparece esencialmente en lo humorístico y anecdóticamente en el chiste. El llamado “humor negro” sería otro ejemplo de esta inclinación del yo de negar lo triste de la realidad" (2). A esto quería referirme. Al drama emergente del contexto.Venimos de un gobierno negacionista, de una experiencia sádica, de un racismo explícito del que el macrismo fue autor material e ideológico a la vez. Con lo que, en última instancia, la motivación de Vernaci, su voluntad realizativa de una u otra consecuencia deviene subalterna. En cualquier caso, el agravio se inscribe dentro de un horizonte cultural, cuya proyección fue la destrucción del conjunto social, donde la individual deviene fungible y carece de relevancia.
Fue el neoliberalismo el que habilitó estas jergas y esta brutalidad racista que nos vuelven a ubicar como país entre Pavón y Caseros. Desde hace unos años creo percibir un microclima porteñocéntrico y tilingo en ciertos sectores metropolitanos (nunca generalizaría) que asusta. El fantasma del presidente santiagueño sintetiza el desprecio por el (no) otro, el diferente, el extraño, el extranjero en su propio país. Por eso siempre creí que los intelectuales, los investigadores y los trabajadores de la cultura del interior debemos hacer pie, trabajar e intentar comprender nuestro paisaje,nuestra comunidad, nuestro acervo, para aventar el riesgo de sucumbir ante la tentación colonial de estas miradas del mundo. Y sí, como los hermanos bolivianos y el resto los pueblos de nuestra América, nos sentimos parte de una única Patria.
(1) Ferrari, Lidia, disponible en https://lidiaferrari.blogspot.com/2016/09/la-diversion-en-la-crueldad.html
(2) https://www.lasangredelleonverde.com/el-humor-segun-freud/