En diversos textos siempre he insistido en que el kirchnerismo no debería quedar subsumido en una interna peronista. El kirchnerismo durante su período histórico dio lugar a nuevas maneras de experimentar lo político. Incluso dando lugar a distintas emergencias pertenecientes a una lógica emancipatoria que excedían al propio kirchnerismo. Es lo que sucede cuando un movimiento político toca a lo más real de las vidas. Su grandeza consiste en generar aquello que lo sobrepasa. Las dinámicas de experiencia social, memoria, militancia, lecturas, indagaciones históricas, reconocimientos simbólicos que tuvieron lugar en la situación K, constituyen una reserva ética y política que en primer lugar debe ser custodiada. Cuidar esos hitos históricos debe estar más allá de cualquier cálculo electoral, interna política o análisis de coyuntura. Esta vez se trata de una apuesta que aunque como toda auténtica apuesta carece de garantías de "éxito" inmediato, es sin embargo el único modo de estar a la altura del legado en reserva que debe todavía ser desplegado en todas sus consecuencias.
El peronismo nunca fue una mera cuestión nominal; ha sido el movimiento de liberación nacional y por ello ha llegado la hora de admitir que esa herencia no pervive en lo que actualmente se autodenomina peronismo. Una máquina de internas al servicio de profesionalizar la política. En este aspecto, el kirchnerismo ha sido la "contingencia" que ha resignificado las grandes encrucijadas transformadoras del peronismo, desde la "resistencia" a la "tendencia revolucionaria" y el gobierno de Cámpora. La inmersión de Cristina en el eterno retorno de la interna peronista, por más bien intencionados que sean los análisis con respecto a la perspectiva electoral, hubiera sido finalmente frente a la apuesta que su legado demanda. En la Argentina la palabra "izquierda" es controvertida porque siempre se la asocia desde lo "nacional y popular" a orientaciones meramente testimoniales, o peor aún, a grupos funcionales a la derecha. Pero el kirchnerismo es la señal más clara de que ha llegado la hora de admitir que un movimiento, en este caso un Frente, que aspira a ponerle freno al Neoliberalismo y ser nacional y popular, o es de izquierda o no es. Esto aunque no sea necesario emplear el término en cuestión. Se debe cumplir como un frente de izquierda aunque no se pronuncie como tal. No es necesario proclamarse de izquierda, es suficiente con que la derecha no esté presente.
"En la Argentina la palabra "izquierda" es controvertida porque siempre se la asocia desde lo "nacional y popular" a orientaciones meramente testimoniales, o peor aún, a grupos funcionales a la derecha. Pero el kirchnerismo es la señal más clara de que ha llegado la hora de admitir que un movimiento, en este caso un Frente, que aspira a ponerle freno al Neoliberalismo y ser nacional y popular, o es de izquierda o no es. Esto aunque no sea necesario emplear el término en cuestión."
Espero que los compañeros de izquierda, por fin, tengan al menos esta perspectiva. Es el peronismo el que si quiere ser fiel al movimiento nacional y popular, se debe sumar al Frente liderado por Cristina. Ese frente que aúna con la presencia del término Ciudadano lo mejor de la tradición republicana, y con la V de la victoria lo que siempre retorna como interpelación al régimen dominante. Puede que haya una larga travesía por delante pero Argentina tenía que salir del "eterno retorno", que no es más que un disfraz de una forma repetitiva y mortífera de hacer política.
Madrid, 22 de junio de 2017
Texto compartido por el autor con Derecho a Réplica.
*Profesor honorario de la UBA, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina).