"La Corte de Nuremberg fue una corte claramente establecida por los ganadores. Fue internacional sólo en el sentido de que los cuatro jueces venían de los cuatro principales países que derrotaron a Alemania. Y era un tribunal juzgando a un enemigo que había sufrido una derrota total. De alguna forma un caso fácil, ya que toda la atención fue dirigida hacia un enemigo completamente derrotado. Entonces no sorprende que Dresden, Hiroshima y Nagasaki, y los gulags no estuvieran en la agenda.
En intentos más recientes por establecer estándares internacionales, esta situación ha cambiado de alguna manera. Algunas cortes se han vuelto más internacionales. El Tribunal Criminal Internacional para la ex-Yugoslavia en La Haya y el similar para Ruanda, establecido en Arusha, Tanzania, son ejemplo de esto. La nueva Corte Penal Internacional, establecida recientemente, intenta ser de este tipo.
Pero está claro que su carácter internacional está altamente limitado. Esto queda aún más claro respecto de la Corte Penal Internacional. Estados Unidos no la ha ratificado, e incluso ha puesto una gran presión sobre otras naciones para obtener garantías firmadas de que no levantarán cargos contra ciudadanos estadounidenses ante la Corte Penal Internacional. La Federación Rusa e Israel son otras dos poderosas naciones qe no han ratificado el acuerdo. Los poderosos tienen una tendencia a actuar de esta manera.
Existen otros problemas con las cortes penales internacionales. La política internacional es uno de ellos. En la primavera de 2001, cuando estaba preparando mis primeros escritos sobre este tema, las autoridades yugoslavas estaban bajo una enorme presión para enviar a Milosevic al Tribunal de La Haya. Si el gobierno lo enviaba recibiría dinero de Occidente para reconstruir el país. Si sólo lo llevaban ante la corte en su propio país, no recibirían nada. Milosevic fue enviado a La Haya.
El Tribunal Internacional para Ruanda denota otros problemas. Este Tribunal tiene su sede en Arusha, Tanzania. Anualmente cuesta millones de dólares mantenerlo. Está creado para los sospechosos de elite -alrededor de 100 personas esperando su juicio en una decente prisión de los alrededores-. La idea detrás de este tribunal era que los principales criminales debían ser condenados primero. Pero esto significa que los peces pequeños tienen que esperar. Esperan en prisiones del otro lado de la frontera, en Ruanda. Alrededor de 120.000 prisioneros han sido depositados aquí bajo condiciones capaces de matar a muchos más que aquellos a ser sentenciados por el Tribunal Internacional de Arusha. En 1999, 3000 personas mureron en las prisiones de Ruanda. Felizmente, en el año 2002 Ruanda ha comenzado un sistema de tribunales Gacaca, un sistema basado en legos, y con un propósito más cercano a la mediación y la reparación.
No tengo respuestas definitivas a los problemas aquí planteados. Lo que no puedo esconder es una profunda ambivalencia, rozando el escepticismo, con respecto a la ley penal internacional como respuesta a las atrocidades. La ley penal siempre crea restricciones al flujo de información y por lo tanto no es el mejor instrumento para echar luz sobre lo que pasó. La ley penal internacional es inevitablemente la ley de los ganadores, y por ello de una dudosa utilidad en el intento de crear la paz social. Es un instrumento para describir parte de lo que sucedió en el pasado. Pero necesitamos sistemas que miren hacia adelante. Necesitamos instrumentos que cumplan ambas funciones, clarificar el pasado y ayudar para el futuro. La creación de sistemas para la verdad y la reconciliación podría ser una respuesta" (Nils Christie: Una sensata cantidad de delito", Editores del Puerto, Buenos Aires, 2004, p. 139)