Los amigos de Locos, Tumberos y Faloperos acaban de convocar -mediante un pronunciamiento fechado el 3 de octubre pasado- a un "contracongreso" de "no derecho penal", a realizarse "despojado de todo oscurantismo académico, en fecha a convenir. "Libres. Creativos. En plazas públicas, en
la calle, sin trajes, sin corbatas. Escuchando la voz de los presos y sus
familiares, de las organizaciones de base, de los militantes y no meras
conferencias de profesionales del derecho o juristas “consagrados", según reza el texto. Que, en sus tramos iniciales, rechaza la estructuración, organización, sistematización y contenidos del reciente Congreso de Derecho Penal celebrado en la UBA entre los días 25 y 27 de septiembre del corriente año.
Respecto de la convocatoria pública, intentaremos honrarla y participar de ese esperado contra congreso.
En lo que hace a los fundamentos, no podemos menos que coincidir en general, sobre todo en lo que concierne a la fatuidad de una dogmática que ha decidido desde hace muchos años a esta parte, dar la espalda a los problemas sociales que el propio sistema penal genera.
Coincidimos también en lo preocupante de muchas esgrimas de pretendido cientificismo dogmático aséptico, que en muchos casos se jacta de no involucrarse en el análisis y la crítica de las grandes catástrofes sociales que generan las prácticas institucionalizadas de disciplinamiento y control y las contradicciones fundamentales que habilitan cada vez mayor rigor punitivo en un capitalismo de valores asiáticos. Los arduos enfrentamientos entre escuelas importadas, que debaten acaloradamente sobre temas insólitos que azoran al más pintado, es otro dato de las deformaciones académicas en las que incurren incluso muchos respetables y admirados compañeros del campo popular.
También nos preocupa, en concordancia con lo que plantea el comunicado, la recurrente erradicación que en esos encuentros se hace, intencionadamente o no, de la discusión y el debate respecto de formas no punitivas de resolución de conflictos.
Pero a todo esto, mucho y bueno, enunciado por LTF, queremos agregar, humildemente, la necesidad de desmitificar y denunciar el "nuevo fantasma que recorre América": el eficientismo procesal, que enmascara la venta de productos culturales de última generación que han comenzado a imponerse sin solución de continuidad ni análisis crítico alguno en la región, y que empieza a exhibir resultados tan preocupantes como esperables en materia político criminal. Me refiero a los simulacros de juicios por jurados, los seminarios de argumentación, oratoria, técnicas de litigación, simulacros ante los organismos y cortes a las que Evo Morales denunciara como una nueva base imperial, etcétera, impulsados en muchos casos, por colegas de intachable buena fe, que piensan que de esta manera se superará el paradigma inquisitivo de nuestras formas procesales y que eso es lo que, en definitiva, importa. Pero, por otro lado, es necesario denunciar la procedencia y filiación ideológica de estos intentos de macdonalizar los procesos penales y las instancias de represión institucional. Sobre esto, paradójicamente, nadie dice nada, salvo las propias víctimas, para lo cual no habría más que consultar a los comuneros mapuches de Chile. Sabemos que muchos alumnos, egresados y docentes participan de estímulos cuidadosamente concebidos por estos nuevos cenáculos de dominación cultural, y por ende, terminan siendo los que convalidan estas nuevas prácticas en sus versiones más alejadas de las grandes contradicciones sociales. Es lógico: no podemos esperar que el imperialismo, o sus instituciones o programas, generen formas de convivencia superadoras en materia de resolución de la conflictividad en nuestros países. Para ellos, el derecho es una superestructura formal destinada a reproducir las relaciones de explotación de nuestras sociedades. De esto, creo que también debemos hablar en el contra congreso.