Por Lidia Ferrari

Humana cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros…”. 
Así inicia el Decamerón de Boccaccio. La ideología supremacista de sionistas y compañía intentan desterrar esta premisa. Será por eso por lo que se habla de lo inhumano de sus actos. El llamado contra la crueldad del genocidio de Israel sobre Gaza se nombra como humano. A los afligidos, los débiles, los humillados debemos llevar consuelo, porque nos lo han donado otros cuando lo hemos precisado. Quieren instalar en nosotros una ideología contraria a este llamado. La Flotilla y las manifestaciones de todo el mundo alzan su voz y su acción porque rechazan ser sumergidos en una ideología de humillar al humillado, de expropiarlo, de someterlo y de gozar de ello. Nos levantamos contra esta pretensión. Entonces, es lícito apelar a lo humano, como resuena en la invocación de Boccaccio. Podemos suspender disquisiciones filosóficas o lacanianas acerca del equívoco de esta apelación. Entendemos de qué estamos hablando.