El 15 de abril de 1980 fallecía a los 75 años de edad Jean Paul Sartre, el máximo referente del existencialismo y el marxismo humanista, tras una tortuosa agonía. Sartre fue un filósofo, escritor, militante, polemista y dramaturgo francés, uno de los pensadores más gravitantes del siglo XX. En un hecho sin precedentes, más de cincuenta mil personas asistieron a los funerales de un filósofo monumental, acompañando a un referente de opinión de influencia mundial. Un intelectual libertario. Durante muchos años, los europeos se acostumbraron, frente a distintas situaciones problemáticas de diversa naturaleza, a preguntarse :¿qué piensa Sartre de esto?". Sartre pensaba, y, además, hacía. Creó en 1967, junto a Bertrand Russell, el Tribunal de opinión que inmortalizara sus nombres, y que en su primera sentencia (desde luego no compulsiva) condenó a EEUU por sus crímenes en Vietnam. Ya existía la ONU, pero aún así el filósofo de los oprimidos intuía que esa gigantesca burocracia internacional no iba a iniciar acción alguna contra los crímenes masivos perpetrados por la principal potencia mundial en el sudeste asiático, y además había que superar los violentos y sesgados resultados de los Tribunales de Nuremberg y Tokio. Un tribunal de opinión, que dejó al descubierto los crímenes del imperialismo como nunca antes había acontecido, puso en cuestión la "solución penal" como única forma de resolver los grandes conflictos internacionales.
SARTRE, LA MEMORIA QUE NOS INTERPELA
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