Por Alejandro Alagia *






Desde este blog, un respaldo total al Dr. Zaffaroni, frente a este artero ataque, uno más, de los que son capaces de protagonizar este tipo de corporaciones y personajes afines, que ya hemos conocido, y mucho de nosotros sufrido, incluso en nuestra propia Provincia.






Uno imagina que el padre se revuelve en la tumba cuando al hijo lo aplauden los mismos que a él lo repudiaron en la Sociedad Rural. Pero todos sentimos vergüenza cuando irresponsablemente pide la renuncia a Eugenio Zaffaroni y no se la pide a Mauricio Macri, que está procesado en la Cámara del Crimen por espiar maestros e imputado por crear grupos de tareas para agredir población vulnerable.
Cualquier camino parece válido para sumar votos. Aunque sea al precio de destruir todo lo hecho en beneficio de la calidad de vida. No son muchos los que en el país o en algún otro lugar dedican gran parte de su vida a enseñar que poco puede esperarse del castigo para la solución de problemas.



Los predicadores morales mediáticos o académicos no perdonan al jurista que los denuncia por hacer política y negocios con muertos. Que prueba en sus libros que el gran masacrador de vida humana es el Estado y que lo que se dice y hace con la pena pública es ilusión para el goce de creyentes.
Donde hay herejía aparece la inquisición. Es una constante. Ya ocurrió con el código contravencional de Zaffaroni para la ciudad de Buenos Aires, que algunos políticos sin escrúpulos convirtieron en código penal para prostitutas, artesanos, vendedores ambulantes y otros entes peligrosos.
El ataque se repite y amenaza hacer retroceder conquistas jurídicas a las que Zaffaroni puso la firma y que son de todos: la defensa del trabajador contra la empresa que discrimina, la autonomía personal frente al castigo por conductas que no afectan a terceros, la prohibición de penas crueles e indeterminadas. Y quizá la más importante, la sentencia que declara que no puede haber impunidad para crímenes de lesa humanidad y genocidio.
El pequeño Alfonsín todavía no ha hecho nada. Es por el momento una promesa para la peor forma de hacer política.
* Profesor titular de la Facultad de Derecho-UBA. Fiscal General del Ministerio Público de la Nación. Publicado originariamente en la edición del día de la fecha del diario Página 12.
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