David Arrabalí
Mundo Obrero
Publicado en La Fogata.
Trípoli, prácticamente el último bastión del actual gobierno libio, ha sido tomado por las tropas rebeldes y ahora se extienden las dudas acerca de lo que pasará a partir de ahora en la nación africana. Cuando la guerra en Libia llegue realmente a su fin, como parece estar sucediendo ahora, todos sabremos quién la habrá perdido: Muammar Gaddafi. Por el contrario, poco sabemos acerca de quién ha ganado esa guerra.
¿Quienes son los rebeldes que están ganado la guerra en Libia?
Los rebeldes lucharon con la ayuda de una coalición militar encabezada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y España, sin que prácticamente nadie se preguntara quienes son y sin que apenas se cuestionara la moralidad de la propia intervención internacional, pero se trata de un grupo heterogéneo que creció notablemente sólo gracias a la intervención militar de la OTAN, que les abrió una puerta hacia el triunfo. Entonces, ¿quién ha ganado? ¿Los rebeldes? ¿Los que apoyaron la intervención armada? ¿La OTAN?
De la revuelta popular a la guerra
La triunfante rebelión popular tunecina se contagió con éxito a Egipto y otros países del Magreb y Oriente Próximo. En Libia estas revueltas populares toman gran impulso a partir de la dimisión, el 11 de febrero, del presidente egipcio Mubarak. El 17 de febrero, son los jóvenes y las clases medias quienes salen a las calles en las principales ciudades libias, Trípoli y Bengasi. Fue un grupo de personalidades, intelectuales, líderes de facciones gubernamentales y tribales, de fuerzas políticas de la oposición, de organizaciones sociales, de organismos de derechos humanos, quienes primero pidieron al líder libio Muammar Gaddafi que abandonara el poder, subrayando al mismo tiempo, el derecho del pueblo libio a expresar sus manifestaciones pacíficas sin ningún tipo de acoso o amenazas por parte del gobierno.
A continuación más de 200 personalidades representativas de diferentes sectores sociales, activistas, abogados, estudiantes, profesionales, funcionarios, empresarios, ingenieros, médicos, periodistas, profesores universitarios, víctimas de la guerra del Chad, entre otros, firmaron un comunicado. La auténtica oposición libia, manifestó que su declaración se producía en su intento de "establecer el principio del derecho de los pueblos a expresar sus opiniones por cualquier medio pacífico que consideren oportunas, y la fe en la legitimidad de este derecho, y con el fin de conseguir un cambio en Libia que ha de venir inevitablemente”. El 21 de febrero los manifestantes libios en Trípoli incendiaron la sede central del Gobierno libio, el Salón del Pueblo, y el edificio del Ministerio de Justicia. Las protestas de ese día causan la muerte de 61 personas en los enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y manifestantes en la capital.
A partir del 21 de febrero se producen declaraciones oficiales de los principales partidos comunistas del Magreb y Oriente Próximo. Así, el Partido Comunista Egipcio, animó a continuar la revolución del pueblo libio contra el gobierno de Muammar Gaddafi, pidió el fin de las matanzas y rechazó el uso de las fuerzas militares internacionales para detener la revolución. El Politburó del Partido Comunista del Líbano condenó la masacre del gobierno de Muammar Gaddafi contra el levantamiento de pueblo libio. De igual forma el Partido Comunista de Palestina, emitió una declaración de apoyo a las revueltas en Libia, y el Partido Comunista Obrero de Túnez, animaba, en un comunicado al hermano pueblo libio, a continuar con las revueltas hasta lograr la exigencia fundamental de la caída de Muammar Gaddafi.
Golpe de palacio y pronunciamiento militar
Sin embargo, la situación da un giro radical después de una cadena de dimisiones y deserciones de importantes miembros del gobierno libio. El ejército libio se divide, algunos de sus generales se declaran en rebeldía y junto a elementos internos del propio estado, crean un gobierno provisional y un ejercito para disputar el poder a su hasta ahora presidente, Muammar Gaddafi.
El 22 de febrero dimite el ministro del Interior, Abdul Fathah Younis, que en la última década había reprimido duramente a los opositores libios a través de la policía y los servicios secretos, ahora se declara rebelde y pide la salida del país del presidente que lo nombró, Muammar Gaddafi. Le sigue el ex ministro de Justicia, Mustafa Adbel Jalil, el 23 de febrero, a los que se unen el 24 de febrero destacados miembros del gobierno, importantes funcionarios y oficiales del ejército. Se está produciendo un "golpe de palacio" ejecutado por elementos internos del propio gobierno e incluso de la misma cúspide gubernamental que intentan la toma del poder. Siguen las deserciones con varios ministros, embajadores y líderes religiosos que abandonan a Muammar Gaddafi.
La cadena de dimisiones afecta desde ministerios, jefes militares, hasta embajadores y diplomáticos libios. El embajador ante Egipto, Ahmed Gadaf al Dam, renuncia a sus funciones. La embajada libia en Nueva Delhi también deserta. A la dimisión del embajador de Libia en Francia hay que sumarle el de Libia ante la Unesco. La misión libia ante la sede de Naciones Unidas en Nueva York deserta dejando de responder a las instrucciones de su gobierno. El fiscal general del estado, Abdel Rahman al Abar, se pasa al campo de los rebeldes tras su renuncia del cargo gubernamental. El gobierno pierde a una figura clave, el ministro de Relaciones Exteriores Moussa Koussa, quien durante muchos años fue el jefe de los servicios secretos libios. El ministro libio de Petróleo, que fue presidente de la poderosa compañía estatal de petróleo libia, Chukri Ghanem, deserta y se une a los rebeldes pese a estar considerado uno de los cinco altos cargos más próximos a Muammar Gaddafi.
Al golpe de palacio, le sigue un pronunciamiento militar protagonizado por destacados miembros de las fuerzas armadas que, con todos sus efectivos militares, intentan también tomar el control interno del país. La base área de Muitiqa y el batallón 36 Saaiqa se unen a los rebeldes, organizados ahora en el autodenominado Ejército Popular Libio, que cuenta con 8.000 efectivos profesionales, un 40% del ejército nacional, aunque las unidades del élite aéreas y terrestres están con el gobierno. Ahora el avance de los rebeldes también implica tomar el control de los pozos petrolíferos.
Los denominados rebeldes, han apartado de la lucha contra el gobierno de Muammar Gaddafi a las verdaderas fuerzas de oposición que han perdido casi todo el protagonismo que tuvieron en el inicio de la rebelión popular libia, y apoyándose en generales y oficiales desertores de las fuerzas armadas y en los ministros y políticos gubernamentales que han abandonado al presidente, han organizado el Consejo Nacional de Transición, con sede en Bengasi, estableciendo un gobierno paralelo, reconocido por Estados Unidos y la mayoría de los países europeos, cuyo objetivo no es otro que disputar el poder al presidente y controlar los pozos petrolíferos con el apoyo de las potencias internacionales.
En este contexto, y después de la ofensiva de las tropas gubernamentales, se comienza a hablar de la posibilidad de establecer una zona de exclusión aérea, para evitar los bombardeos sobre los rebeldes y la superioridad militar de la aviación gubernamental. El día 11 de marzo los rebeldes pierden el control del complejo petrolífero de Ras Lanuf y el día 12 de marzo, la Liga Árabe, con el voto en contra de Siria y Argelia, dio su apoyo a la creación de una zona de exclusión aérea sobre Libia.
El 17 de marzo, en Consejo de Seguridad de la ONU a través de la Resolución 1973, aprobó que se autorizaría el establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia. El día siguiente, 18 de marzo, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y España, se reúnen en el Palacio del Elíseo para la preparación del envío de aviones para imponer la zona de exclusión aérea aprobada el día anterior por la ONU. Este mismo día el gobierno Libio anuncia un alto el fuego y una tregua unilateral, que sin embargo es ignorada por estos países que continúan con sus planes de intervención militar.
En 19 de marzo se produce la intervención militar que no se limita al establecimiento de la zona de exclusión aérea, sino que consiste en el apoyo militar a las fuerzas armadas rebeldes y el ataque a las fuerzas gubernamentales. Los bombardeos de la OTAN provocan, desde el comienzo de la intervención, un significativo número de víctimas civiles lo que provoca las protestas de la Liga Árabe, de las principales organizaciones de izquierdas del Magreb y Oriente Próximo, y de gobiernos de izquierdas y progresistas de América Latina.
A partir del 20 de marzo se producen declaraciones oficiales de los principales partidos comunistas del Magreb y Oriente Próximo, en las que, estos partidos, que antes habían apoyado las revueltas del pueblo libio, consideran que el propósito de la intervención no era para proteger al pueblo de Libia de la opresión de Muammar Gaddafi, sino la ocupación de este país, someter a su pueblo, saquear sus riquezas, y el uso de su territorio para el establecimiento de bases militares para el control del norte de África con el fin de garantizar la seguridad de Israel y salvaguardar los intereses de las potencias occidentales en la región.
Estos partidos han rechazado la intervención militar, y ha señalado que Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, España, y todos los países occidentales, no tienen ningún interés en el triunfo de las revueltas populares árabes, que comenzó porque el sistema causó estragos como la corrupción y el desempleo, sino saquear las riquezas que tiene Libia. Fundamentalmente el control del petroleo y del gas. Posteriormente, se ha podido saber que Francia estaba preparando, desde antes de que estallara la revuelta, apoyar un golpe de Estado contra el gobierno de Muammar Gaddafi, protagonizado por personalidades del mismo régimen.
Desde América Latina, diversas personalidades políticas, han criticado la intervención de las potencias occidentales en el conflicto a favor de una de las partes beligerantes. No es solamente el control del petróleo libio lo que está en juego, sino el control de toda la zona, una vez caídos los presidentes pro norteamericanos de Túnez y de Egipto. El riesgo mayor para las potencias capitalistas es que se produzcan revueltas en los países árabes gobernados por monarquías corruptas y pro norteamericanas. Y su interés es que allí en dónde ya se han producido las revueltas los acontecimientos se desarrollen de manera que no sean contrarios a sus intereses.
¿Quienes son los rebeldes libios?
Los rebeldes libios han apartado a las tradicionales fuerzas políticas de la oposición libia y también desactivaron a los protagonistas de las primeras revueltas y manifestaciones populares. Estos han formado un gobierno de transición bajo el liderazgo de Mahmoud Jabril, y este nuevo gabinete está tomando poco a poco forma, con la inclusión de ex generales de Muammar Gaddafi, ex ministros y políticos gubernamentales que han abandonado al presidente, volviéndose “demócratas” de repente. El gobierno interino de los rebeldes, que compite con el régimen oficial por el control del país, ha sido impulsado por el reconocimiento de soberanía por parte de las principales potencias occidentales, y cuenta con un generoso apoyo político y militar de las potencias occidentales.
Lo que sigue es un resumen de los principales componentes, de lo que podemos denominar, las fuerzas rebeldes libias. Así como de algunas fuerzas de oposición que han luchado contra el gobierno de forma abierta o encubierta en las últimas décadas:
Consejo Nacional de Transición
El Consejo Nacional de Transición es hegemonizado por funcionarios y militares desafectos con el gobierno de Muammar Gaddafi que tienen una estrategia reaccionaria de reemplazarlo para ser ellos quienes garanticen los negocios de las grandes corporaciones. Los principales líderes del llamado “gobierno provisional” del Consejo Nacional de Transición son ex generales, ex ministros y políticos gubernamentales que han abandonado al presidente.
El gobierno provisional del Consejo Nacional de Transición, se creó el 5 de marzo, aún esperaba el reconocimiento internacional cuando nombró presidente al ex ministro de Justicia, Mustafa Adbel Jalil. El mismo día, el 5 de marzo, se estableció un ejecutivo encabezado, como primer ministro, por Mahmoud Jabril, uno de los responsables de la política económica de Muammar Gaddafi durante la última década, reconocido neoliberal, que como Jefe de la Junta Nacional de Desarrollo Económico negoció los contratos de Libia con las potencias occidentales y promovió las privatizaciones, así como la liberalización económica del país.
El gobierno rebelde del primer ministro libio, Mahmoud Jabril, ha sido reconocido como el único representante legítimo de Libia por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, España y otros países. Actualmente está encabezando las reuniones y negociaciones de los rebeldes con el presidente francés Nicolás Sarkozy y en los últimos años ha sido el hombre clave para que penetrasen en Libia los intereses económicos de las potencias occidentales. Como economista se ha mostrado siempre un firme partidario del neoliberalismo. Cercano a los Estados Unidos y a Gran Bretaña, se doctoró en ciencias políticas y en planificación estratégica en la Universidad de Pittsburgh (EEUU). El Consejo Nacional de Transición tiene sus fuerzas armadas en el denominado Ejército Popular Libio, conformado por 8.000 militares profesionales y un número desconocido voluntarios civiles, que controla la mayor parte de los pozos petroleros, así como las terminales portuarias desde las que se exporta. El ex ministro del interior, Abdul Fathah Younis, veterano oficial del ejército de Libia que alcanzó el rango de general, se declaró Comandante en Jefe de las fuerzas armadas rebeldes del Ejército Popular Libio. Anteriormente fue ministro de seguridad pública, uno de los encargados de reprimir a la oposición. Era considerado el número dos del gobierno libio de Muammar Gaddafi. Abdul Younis fue asesinado el 28 de julio en circunstancias no aclaradas. También murieron dos coroneles, atribuyéndose esta acción a un comando gadafista. Sin embargo, los cadáveres se hallaron finalmente calcinados y existe la sospecha de que los autores del asesinato pudieran pertenecer a sectores rivales dentro de las filas rebeldes.
Frente Nacional para la Salvación de Libia
El Frente Nacional para la Salvación de Libia (NFSL) se fundó como movimiento de oposición creado en 1981 por exiliados en Sudan. El fundador, Muhammad Yusuf al-Magariaf, ex embajador de Libia ante la India, contó con el apoyo del gobierno sudanés para reunir a un grupo de oposición hasta 1985 cuando el régimen del coronel Nimeiry cayó. A continuación, en 1987 se aliaron con otras fuerzas de oposición y militares que desertaron de las fuerzas de Muammar Gaddafi y que operaba en el Chad, creando el Ejército Nacional Libio. Sin embargo, tuvieron que marcharse cuando Idriss Debey tomó el poder en Chad con el apoyo del gobierno de Libia.
El NFSL intentó un primer levantamiento contra Muammar Gaddafi que fue un fracaso. Hombres armados de la organización atacaron cuarteles del ejército libio en 1984, a la vez que la fuerzas militares tenían que alzarse contra el gobierno, pero el golpe de Estado fracasó, pese a que el golpe estaba financiado y preparado por los Estados Unidos y potencias regionales como Arabia Saudita. En el transcurso del tiempo, el Frente Nacional para la Salvación de Libia, cambió su táctica para derrocar al gobierno través de la acción militar y se abrió a dialogar con otras fuerzas de oposición para lo que se unieron a la Conferencia Nacional de la Oposición Libia en 2005, pero se retiró de ella casi de forma inmediata por diferencias de opinión y con la estrategia de oposición pacífica puesto que son partidarios de la lucha armada.
Tiene su sede actual en los Estados Unidos y está dirigida por Ibrahim Abdulaziz Sahad, después de su último congreso celebrado en 2007, también en los Estados Unidos. Según diversas fuentes, está apoyada por Arabia Saudita y los Estados Unidos, y recibe financiación y adiestramiento por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Grupo Islámico Combatiente Libio
El Grupo Islámico Combatiente Libio, también conocido como Al-Yama'a al-Islamiyyah al-Muqatilah bi-Libia, se formó en 1995 por personas que tenían contactos con sectores islamistas radicales y con el gobierno talibán de Afganistán. Fueron inicialmente armados y financiados por los Estados Unidos y por Arabia Saudita. De inmediato se propuso como uno de sus principales objetivos acabar con la vida de Muammar Gaddafi. Pero el intento de asesinato que protagonizaron en 1996 falló. Después de lanzar varios ataques mortales contra objetivos militares libios se suavizó hasta los últimos años y hasta pidió disculpas a Gaddafi en 2009 por tratar de matarlo. Actualmente se le acusa de tener vínculos con Al Qaeda y otras organizaciones yihadistas que emplean tácticas terroristas y se plantean un movimiento de resistencia islámica alrededor del mundo.
Liga de Libia para los Derechos Humanos
La Liga de Libia para los Derechos Humanos (LLHR) fue inspirada por un diplomático libio que desertó al campo de la oposición en la década de 1980, Mansour Kikhia, ex embajador libio ante las Naciones Unidas, que posteriormente fue capturado y ejecutado por Muammar Gaddafi. Al igual que otros grupos de la oposición, tiene sede en el extranjero, en Ginebra (Suiza) y tiene filiales en Bornheim (Alemania) y Londres (Gran Bretaña). Desde hace varios años también han abierto sus operaciones en Estados Unidos. Reciben financiación de la Unión Europea y del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
La Unión Constitucional Libia
La Unión Constitucional Libia (LCU) tiene como campaña principal la reivindicación del retorno a la Constitución de 1951 y la reinstalación de la monarquía. Fue lanzado por el jeque Mohamed Ben Ghalbon en 1981 y declaró su lealtad al depuesto rey Idris. Esta organización de oposición defiende que los libios eligieron el sistema político del Reino Unido y también eligieron una monarquía en 1951 cuando Libia se independizó de la colonización occidental. Utilizan la bandera monárquica.
Conferencia Nacional de la Oposición Libia
La "Alianza Nacional de Libia", "Movimiento para el Cambio y Reforma", el "Congreso Tmazight de Libia" y la "Asamblea Republicana por la Democracia y la Justicia Social", firman en mayo de 2003 una “Carta con los principios establecidos y los objetivos de la lucha de Libia". En 2005, se agrupan en la “Conferencia Nacional de la oposición Libia” (NCLO). La NCLO jugó un papel decisivo en la organización del “Día de la Ira” del 17 de febrero, que fue un hito en la revuelta popular de Libia. La Asamblea Republicana por la Democracia y la Justicia Social es la principal fuerza de la oposición de izquierdas, formada por algunos sectores de la izquierda en 2002. Después de la intervención militar perdieron toda su fuerza y protagonismo.
¿QUIÉNES SON LOS RBELDES QUE ESTÁN GANANDO LA GUERRA EN LIBIA?
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