Por División Las Heras

"Ahora me parece que la cuestión más interesante para nosotros, la más difícil, la más problemática, es este legado que, como todo legado, siempre es algo a descifrar. Uno no sabe del todo cual es su legado, un legado es algo que nos interpela siempre, no es algo que uno pueda interpretar de una vez y para siempre, uno nunca sabe quién es dentro de una herencia. Uno no sabe que lugar tiene en lo que ha heredado" (Jorge Alemán).

El generoso artículo de Fernando Peirone en la revista Anfibia ayuda - y mucho- al análisis de  la influencia política determinante y el rol  de las comunicaciones en el tercer milenio (*).
Pero, como lo señalábamos en nuestro anterior aporte, la caracterización puede reducirse a plena abstracción, a una nueva expresión en el marco de la multitud de abordajes superestructurales que escamotean -como el kirchnerismo-, poner el acento en la cuestión de clases y en la estructura social a la hora de intentar comprender el desenlace electoral reciente y la construcción de una nueva hegemonía por parte de una derecha cuyos gestores tampoco aciertan a conformar del todo a sus mandantes externos (**).


La unilateralidad de los abordajes superestructurales en buena medida cancela la posibilidad de avanzar en los trazos gruesos de un nuevo  programa general, un proyecto o relato totalizante, superador, holístico desde lo social, lo político y lo económico para los sectores productivos que volcaron la balanza a favor del peligro amarillo y no se sintieron contenidos ni representados por el FPV (el mayor emprendimiento colectivo emancipatorio, de inclusión social y expansión de derechos de la democracia argentina). Un programa para la construcción de una parte del pueblo, la más explotada, que es, paradójicamente, la integrada por los sectores mejor remunerados, plusvalía mediante. 
¿Y cómo fue que reconquistó Macri la hegemonía cultural? Pues bien, quizás un principio de respuesta surja de la recordada geopolítica de la acumulación concebida hace alrededor más de un lustro por el recordado (o quizás no tanto) Héctor Huergo. Desde ahí, desde la estructura económica dura consolidada por el poder de la gran burguesía extractivista de la zona núcleo, pudieron desarrollar una política que tuvo efectivamente a la comunicación como uno de sus pilares, pero donde lo esencial era "lo otro", que es justamente lo que no resolvió correctamente el kirchnerismo. Es perfectamente correcto lo que advierte Peirone: "Porque en el marco de una disputa tan decisiva por la lógica del sentido como la que atravesamos en la actualidad, la identificación de las ventajas conseguidas tienen un valor relativo si no se las trasforma en un cambio de la estructura organizacional y en un salto conceptual, como el que llevó adelante el capitalismo a fines de los años sesenta, cuando tomó conciencia de sus riesgos y reconquistó la hegemonía cultural. En esta suerte de carrera, el campo que primero logre decodificar la cosmovisión emergente -porque de eso se trata-, es el que realmente conseguirá una ventaja política y comunicativa. Porque el que logre construir una identidad narrativa. acorde a la trama de significaciones y procedimientos que le dan sustento y proyección colectiva a esa cosmovisión, estará sentando las bases para una nueva hegemonía (o contrahegemonía); es decir, tendrá un rol decisorio en la reconfiguración del diagrama de poder y, por lo tanto, de la nueva institucionalidad. Seremos nosotros en la medida que exploremos, apliquemos, promovamos, y ampliemos ese nuevo decir. Lo cual, por su carácter dinámico e interactivo, nos demanda —indispensable— el desarrollo de una nueva escucha, especialmente hacia los más jóvenes. En esa reformulación instituyente de la acción comunicativa se encuentra la oportunidad de una alternativa cierta a la hegemonía neoliberal". Pero esa conclusión, sin anclaje en la materialidad objetiva, corre el riesgo de desagregarse de lo esencial, que es la actual estructura económica, críptica quizás como nunca antes en la Argentina, después de la experiencia kirchnerista. Porque al no incorporar las variables y la nueva relación de fuerzas emergente en la estructura económica, corre el riesgo de derivar en una prédica líquida, efímera, intangible, desagregada de la realidad económica y social. Parecida a lo que ocurrió con la ley de medios, esa suerte de nave insignia que -como el legendario y simbólico barco Vasa de la historia nórdica- naufragó en su debut y antes de llegar a navegar en aguas profundas. En ambos casos, y en muchos otros, el populismo desnuda una inédita crisis de representación: no alcanza a distinguir a qué sectores productivos y sociales representa, cosa que la derecha tiene por demás en claro, aunque por ahora no pueda satisfacer el mandato del capital concentrado transnacional, habilitando por defección las condiciones para una irrupción exógena que reduzca el 2001 a una escaramuza menor. ¿Se acuerdan de Héctor Huergo? Es el que en 2009 adelantaba, casi premonitoriamente, y refiriéndose a aquella derrota de medio término del kirchnerismo, la emergencia de los sectores dominantes en la antesala de la victoria total. Con Néstor Kirchner en vida, para aventar malabares y juicios de recorte oportunistas peyorativos respecto de CFK: "El resultado electoral es un triunfo contundente de la Argentina Verde y Competitiva. Ganó la soja. Ganó el modelo del eje Rosario-Córdoba, el nuevo centro de gravedad de la economía argentina. La sociedad entiende que no se pueden atender las necesidades de los sectores postergados, representados por el eje Matanza-Riachuelo, expoliando al interior genuinamente productivo. Como decíamos una semana atrás, no es desnudando al santo del interior como se va a vestir al santo del conurbano. Hace falta "otro modelo". El resultado electoral es un hito más, si no la culminación, del camino iniciado cuando el gobierno intentó la exacción de la renta agropecuaria con las retenciones móviles. Todos los referentes que emergieron como ganadores tuvieron que ver con la fenomenal epopeya del campo, cuando le puso la mano en el pecho a un gobierno que, en nombre de la mesa de los argentinos, jaqueó nada menos que a la Segunda Revolución de las Pampas" (***). La derecha la tuvo y la tiene clara. Y carece de dudas respecto de su representatividad. En el plano de la disputa por las ideas, el "capitalismo bueno" neokeynesiano se precipitó a tierra sin llegar a descubrir a qué sectores sociales debía representar en función de su conciencia transformadora ("en sí" y "para sí"). De aquí en más, entonces, a  embarrarse los pies en la escrutación permanente de la estructura social, o a prepararse para una derrota cuya crueldad no tendrá fin en el escenario impiadoso de las guerras de cuarta generación.


(**) http://www.derecho-a-replica.blogspot.com.ar/2016/02/emancipacion-social-contingencias-y.html
(***) http://www.agrositio.com/vertext/vertext.asp?id=102913&se=6