Que ha callado frente a las más graves violaciones a los DDHH en el Continente, salvo cuando se sometían a su jurisdicción cuestiones que no incomodaban al establishment o se trataba de juzgar los crímenes de (algunos) dictadores que habían dejado de ser funcionales al imperialismo (una cuestión esencial, claro está, para que nuestro pueblo llevara adelante su inédita experiencia de memoria, justicia y verdad) , porque éste había adoptado nuevas formas "humanitarias" de intervención, disciplinamiento y control. Demuestren profunda preocupación por Guantánamo, por los Cinco, por el bloqueo a Cuba, por Honduras, por Paraguay, por el funcionamiento de los restantes organismos internacionales como la propia OEA, que los contiene, por la ONU, por los tribunales internacionales, por el espionaje imperial y sus crímenes masivos en los cuatro continentes, por las tentativas destituyentes de los gobiernos populares, incluido el nuestro. Ya tenemos suficiente con las avanzadas "jurídicas," que nos venden tecnologías de litigación, códigos y sistemas procesales, promisorios ellos en teoría, pero que en la práctica conocen ellos de antemano cómo van a funcionar, porque se los vacía, ex profeso, de contenido ideológico, y se los transforma en otro insumo colonial de dominación y control. Con sólo preguntarles a los militantes mapuches en Chile nos damos cuenta que no estamos frente a meros problemas de "implementación" o "ineficiencia" en la "gestión" de estas tecnología de poder. Son, por el contrario, y con esta impronta, los nuevos aparatos de control social punitivo con los que el imperialismo reprime los conflictos sociales en su patio trasero. No está nada mal liberarse de estas instancias de colonización cultural e ideológica. Acaso ha llegado la hora en que América latina deberá crear sus propios organismos en materia de justicia regional. Su propio sistema integrado de seguridad y defensa, como lo ha planteado también el Presidente de Bolivia. El reciente límite impuesto a la hegemonía imperial, en el conflicto sirio, tal vez nos esté señalando que es la hora de la independencia definitiva de estos organismos protectores del orden imperial, y que otra forma de coexistencia solidaria e igualitaria es posible entre las democracias de la Patria Grande.
VENEZUELA Y SU ABANDONO DE LA CIDH
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