Por Eduardo Luis Aguirre

 

La estética hitleriana emulada a través de cánticos sin métrica alguna e  insultos a repetición proferidos por las calles porteñas, en la previa de un acto fatídico y ralo que pone en evdencia la debilidad de sus proyectos trasnochados. Las criaturas de las redes están a punto a darse un baño helado de realidad. A esa altisonancia bravucona y bizarra no hay nada que temerle.El poder real les queda tan lejos a ellos como a nosotros. La verborragia soez no alcanza para confundir lo importante de lo accesorio, mucho menos si las agresiones provienen de estas fascis de cotillón.



En lo que sí hay que reparar es en aquellos gestos y palabras como las que  pronunció hace algunos días Milei en la ONU, que lucen igualmente extraviadas, pero que tal vez respondan a posicionamientos mucho más complejos. Esas expresiones contuvieron el cúmulo de desatinos, que en dste caso deben provocarnos más zozobra y alarma que pacata verguenza. Tal como lo advirtió el Profesor Juan Tokatlián: la pregunta es a quién o a quíenes les habló realmente nuestro autócrata en el enclave más importante del mundo. El académico conjetura que tal vez Milei no se dirigió ni a la Asamblea ni a sus miembros. Que su discurso estuvo dedicado a un grupo de plutócratas que a fuerza de la prepotencia de su poder económico corporativo corren por cuerda separada de las naciones, incluso de las más poderosas. A un grupo selecto de sujetos cuyas cuentas bancarias superan el PIB de países como China o el Reino Unido. Ultramiĺonarios que representan lo más granado de las nuevas formas de acumulación mundial de capital. Si ello fuera así, la disertación del argentino estaría mucho más cerca de despertar una razonable preocupación que un pudor meramente estético1

Milei conoce a esos sujetos perfectamente y se siente mucho más atraído a formatear un mundo con esos nuevos actores que con las naciones y sus representantes institucionales.

Con mayor razón, entonces, los gritones escatológicos de las calles quedan reducidos a la condición necesaria de una escenografía que enmarca el retrato de un mundo roto, tal como titula su libro Giuliano da Émpoli (ed. Arpa, Barcelona, 2024).

Dice allí el autor de "El Mago del Kremlin":"La mayoría de los ingenieros que trabajan en las empresas tecnológicas de Siĺicon Valley tienen una dessfortunada tendencia a pensar que su prioridad no es servir a los humanos de hoy, sino construir las inteligencias de mañana (p. 159).:La novela del sujeto intrincado que influye a un Putin perverso es tan exagerada y básica como endilgarle aptitudes incomprobables a un joven advenedizo con un desarrollo teórico virtualmente inexistente que repta y negocia alrededor de Milei. Pero en todos los escenarios la idea de ruptura, de caos e individualismo anómico se asemeja a una única moneda de  curso singular entre las hordas retrógradas, a las que podríamos definir por su admiración conspicua por la desigualdad en un mundo donde los lazos comunes parecen difuminarse en un caos que representa el final de la especie humana, al menos como la conocimos hasta ahora.

En un formidable y reciente debate se encontraron John Mearsheimer y Jeffrey Sachs2. Una de las ideas en tensión fue justamente la categoría de estado profundo. Nada tiene que ver el concepto con la idea de "país profundo" mediante el que el gobierno nacional ningunea a las provincias argentinas. El estado profundo estadounidense consiste en un aniillado de algunos miles de burócratas de primera, segunda y tercera categoría arriñonados en la Casa Blanca, el Departamento de Estado o las centrales de Inteligencia estatal. Son los hombres y mujeres que desde la etapa fundacional custodian el modelo, el sistema, las relaciones internacionales, el destino manifiesto y la condición hegemónica estadonidense con prescindencia del partido que ocasionalmente ejerza el gobierno. Son especialistas en mostrale al presidente de la República "de qué va el mundo" e incluso de inducirlo a engaño. Nuestra conocida Victoria Nuland constituiría un ejemplo emblemático de ese grupo selecto. Dick Cheney otro, por mencionsr solamente a dos. Constituyen una especie de daños colaterales que han debido subsistir para garantizar el funcionamiento de una potencia que se arroga el derecho de intervenir en cualquier lugar del mundo cuando lo estime unilateralmente necesario. Los famosos hombres de negro. El poder real no recluta trolls ni youtubers. Convive con el realismo político exacerbado de sujetos que también son capaces de establecer vasos comunicantes con los megamillonarios a los que se habría dirigido en realidad el presidente argentino.

1  (https://www.youtube.com/watch?v=ym9bqd4Nzwc)

2 (https://youtu.be/0OCDS7SZNjk?si=v75vZ_QKtK2KPckj)