Por Eduardo Luis Aguirre
El pensamiento no se ve, ni se toca, pero pesa, decía el profesor Carlos Cullen (imagen) explicando a Rodolfo Kusch. La filosofía, entonces, no sería tanto el amor al conocimiento sino, por el contrario, una cultura que ha encontrado a su sujeto. Una cultura a la que lo peor que puede acontecerle es aferrarse a la razón iluminista antes que a las tradiciones, las emociones o los sentimientos del pueblo. Detenerse en analizar el “ser” antes que el “estar siendo”.
Por Eduardo Luis Aguirre
Desde hace aproximadamente tres siglos, cuando occidente produjo la invención de indudable rentabilidad de la categoría de niñez, se produjo un cambio discursivo fenomenal en materia de DDHH de niñas y niños (1).
Hasta ese momento, la infancia y el derecho que de ella se ocupa carecía absolutamente de una presencia significativa en el maltratado mundo de los derechos humanos de la colonialidad.
Hace algunas horas recibí en mi móvil un mensaje con el contenido de lo que sería un tramo de la exposición de Zaffaroni en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.
Por Lugaralto
“Unos puercoespines renuncian a apretarse unos contra otros para luchar contra el frío. Sus pinchos los lastiman. Obligados a volver a acercarse en tiempo de helada, terminan por encontrar, entre la atracción y la repulsión, entre la amistad y la hostilidad, la distancia conveniente” (*)
En la vertiginosa verticalidad del precipicio insondable, las subjetividades arrojan resultados diversos. Suponer que porque "siempre se ha perdido contra el capital", el pueblo está condenado a derrotas inexorables es tan arriesgado como suponer que la clase media -que ha llevado al gobierno a un grupo de lumpenburgueses que perpetraron la exacción y desaparición del estado nación- seguirá manteniendo por siempre sus consignas lineales y su moralina victoriana de cabotaje.
Por Eduardo Luis Aguirre
El pasado domingo falleció en París el economista y pensador egipcio Samir Amin (1931), uno de los intelectuales más reconocidos del siglo XX, impulsor del Foro Social Mundial y uno de los máximos referentes del pensamiento antiglobalización.
Generalizar es abusivo y peligroso. Incluso cruel, exagerado, injusto. Pero sin generalizar no se puede pensar ni discutir de nada, ya que entonces nos quedamos solo en casos particulares, donde cada uno es hijo de su madre y poco hay que decir. Así que voy a intentar generalizar con cuidado, captando cierta media algebraica juvenil que me preocupa y veo bastante encarnada en una marea creciente.
Por Eduardo Luis Aguirre
La intelectual catalana Victoria Camps afirma que han sido pocos los filósofos que se han ocupado específicamente, más allá de citas y aforismos circunstanciales, de la cuestión existencial de la vejez. Para encontrarnos con un trabajo específico hay que remitirse, aún hoy en día, al “De Senectute”, el libro apologético de referencia de Cicerón (*).
La universidad, según el filósofo Enrique Dussel, es una institución que a través de la historia se ha dedicado a transmitir el saber de un pueblo a las nuevas generaciones para que las mismas aprendan aceleradamente las tradiciones y el conocimiento existente.
Jacques Derrida es una de las figuras más trascendentales y controvertidas de la filosofía moderna, cuya obra es reconocida y consultada en todo el mundo. Él fue quien acuñó el concepto de “deconstrucción”, que estimula el desmantelamiento de las formas clásicas del pensar en distintos campos del saber, en especial la literatura, un territorio inescindible de la filosofía de este pensador nacido en la Argelia colonial en 1930 y fallecido en 2004.
Por Jorge Alemán (*)
La vejez es sin duda una suerte de naufragio pero no hay que condescender a verlo como merma o solo un deficit fatal Es lo que propone el biopoder, ser viejos para reducirnos a la nuda vida sin la virtud de lo político, sin la autorictas para discutir la igualdad y la justicia El viejo y la vieja deben constituir el lugar privilegiado, para como dice el gran helenista Pedro Olalla se interrogue hasta el final la posibilidad de otra vida.
Estos dos términos suelen aparecer indiferenciados. Incluso en muchos casos se vuelven intercambiables o meramente separados por un guión; lo político-social. Sin embargo, resulta especialmente importante establecer una diferencia estructural entre los mismos. Nuestra hipótesis es que lo político tiene cada vez más obstáculos para abordar lo social y a su vez lo social se define por poner obstáculos a lo político en su abordaje.
Sigmund Freud ponía fin a su obra "El malestar en la cultura" (1930) con un párrafo rotundo, imprescindible para una lectura filosófica actualizada del neoliberalismo, esa suerte de post-fascismo, de estado de excepción que se abate de manera salvaje sobre la humanidad.
Por Ignacio Castro Rey
I
Solución final de estilo democrático
La inmortalidad que hoy se nos promete desde la elite de la ciencia no sería creíble sin este Übernarcisismo que nos ha hecho día a día tan imbéciles. El sujeto radiante que somos ya no puede morir, tampoco sufrir un dolor de muelas ni aceptar el fin de una relación. Sería muy instructivo vincular esta histeria de la continuidad, que es la del aplazamiento sin fin, con el éxito actual de las series televisivas, vistas normalmente en un ordenador en el que manejas los mandos, la velocidad y la pausa.