Por Martín Paolucci.
 Ilustraciones e infografía: Groger Gutiérrez
Avenida Lacroze y Cabildo, pleno barrio de Belgrano: Bajo los rayos de un fuerte sol un grupo de personas se reúnen en la esquina, están visiblemente furiosos y al lugar llegan efectivos de la Federal para custodiarlos. Los manifestantes entonan aguerridas canciones mientras la gente que pasa los mira perplejos. Megáfonos, bombos y exóticos atuendos se confunden con banderas y carteles escritos algunos en español y otros en un idioma que un porteño medio no sabría descifrar. Son alrededor de 40 personas y todos tienen la misma consigna: Kobane Libre.
Es la misma consigna que a más de 12 mil kilómetros de distancia proclaman las milicias armadas que defienden Kobane, una ciudad en el norte de Siria. Es la frontera que separa de un lado a los terroristas del Estado Islámico (EI) y del otro a los miembros del pueblo kurdo que viven de manera comunitaria en la frontera con Turquía, país con el que están históricamente enfrentados, al que acusan de oprimirlos desde la caída del Imperio Otomano en 1923 y que aseguran apoya de manera tácita a los terroristas del EI.
La razón que motivó la concentración en este pituco lugar del norte de la Ciudad de Buenos Aires, fue la realización de un breve acto de repudio frente al edificio de la Embajada de Turquía que se encuentra a pocas cuadras de ahí. Es en este país que vive la gran mayoría de los kurdos, un grupo étnico de más de 30 millones de personas que habitan una región conocida como el Kurdistán, ubicada en medio de 4 estados-nación: Turquía, Irak, Siria e Irán.


La pequeña manifestación está compuesta por miembros de la comunidad kurda y militantes de algunos partidos de izquierda: Convergencia Socialista, Juventud Guevarista, Frente Darío Santillán, Asambleas del Pueblo, Segunda Independencia y Torre. Pese a haber emitido declaraciones de apoyo, la gran mayoría de las agrupaciones combativas no se movilizaron como si lo hacen, especialmente, en conflictos donde intervienen directamente Estados Unidos o Israel…
“El principal conflicto de la región es que desde su fundación como país, Turquía se niega a reconocer el derecho del pueblo kurdo y de  otros que viven dentro de su estado a existir, obligándolos a integrarse a la sociedad turca. Además ahora se suma el problema de la invasión por parte de terroristas extranjeros que quieren establecer un califato islámico, califato que cuenta con la anuencia de Turquía” explica en un inglés britanizado Giran Ozkan, un sociólogo kurdo de 28 años recibido en Londres y que vino a Buenos Aires para realizar una maestría en la UBA. De camisa a cuadros, pantalón de vestir, anteojos Dolce Gabbana y una gran cámara digital, cualquiera lo confundiría con un turista europeo que saca fotos por curiosidad pero Giran es en realidad uno de los organizadores en Argentina del Comité de Solidaridad Kurdistán en América Latina vinculado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PPK), el movimiento político socialista cuyo brazo armado controla la ciudad de Kobane y que está empezando a desarrollar actividades en nuestro país. Es este movimiento político marxista y laico uno de los principales articuladores de la diáspora kurda cuyo grueso vive en Europa Occidental, especialmente en Alemania y Reino Unido.
“La razón por la que los kurdos apoyan masivamente al PKK es que logró unir a las distintas luchas frente a la opresión turca en una sola. Hay una lucha por la identidad nacional, una lucha de clases y una lucha por el derecho a la autodeterminación. Por todo eso pelea el PKK, sin distinguir religiones o etnias“, explica el joven sociólogo la razón por la cual él y otros integrantes del pueblo kurdo apoyan a este singular movimiento político cuyas premisas son radicalmente distintas a la mayoría de los partidos políticos del Medio Oriente.
El PKK, fundado en 1978 por Abdullah “Apo” (tío en idioma kurdo) Öcalan, preso desde 1999 en una base militar turca acusado de terrorismo, logró destacarse del resto de las fuerzas del nacionalismo kurdo debido a que siempre evito sectarismos de tipo religioso y basó su modelo económico, político y cultural respetando las costumbres de los habitantes. Lo más novedoso ha sido sobretodo la implementación de un modelo socialista comunitario llamado “Confederalismo democrático”. Otra gran diferencia con las demás fuerzas nacionalistas es que no plantea el separatismo como algo viable o deseable, pues eso, según piensan, ayudaría a dividir aún más a los pueblos del Medio Oriente.
“El PKK tiene un enfrentamiento directo con lo que es la burguesía kurda, aliada de Estados Unidos, la cual controla una zona autónoma al norte de Irak muy cerca de Kobane. La diferencia principal es que ese gobierno quiere convertir ese Estado Autónomo en un país independiente. Lo interesante del PKK es que ellos no buscan independizarse, quieren autonomías en los lugares donde viven porque creen que un nuevo estado en Medio Oriente ayudaría a dividir aún más la región y sería mucho más fácil para Estados Unidos dominarlos”, explica a varios kilómetros de la marcha, a la que no pudo concurrir por cuestiones laborales, Leandro Albani, un periodista argentino que ha vivido muchos años en el exterior y que junto a su recientemente fallecido colega Alejandro Haddad convivieron en un campamento del PKK en las montañas al norte de Irak para luego escribir “Kurdistán, crónicas insurgentes“, libro en donde plasmaron las experiencias vividas junto a la guerrilla kurda.
Albani asegura que el Confederalismo Democrático “está mostrando en la práctica otra forma de hacer política en Medio Oriente, una forma muy particular ya que nunca antes se vio algo parecido, porque es una organización de izquierda, con rasgos de marxismo y rasgos de anarquismo que tiene a su vez un concepto de organización autogestiva, de autogobierno y comunitaria, con una democracia directa que tiene puntos en contacto con muchos movimientos sociales de América Latina”. Con respecto a los modelos políticos a seguir, Albani asegura que durante algunas charlas con distintos comandantes del PKK estos “expresaron un gran interés sobre los procesos venezolano y boliviano. El proceso chavista por su concepto de “Poder Popular”, es decir fuerzas comunitarias organizadas que deliberan localmente, y el boliviano porque es un estado plurinacional y ellos consideran que el Kurdistán debe gobernarse respetando a todas las etnias que viven ahí”.
Otro rasgo particular del PPK y que llama particularmente la atención en Medio Oriente  es su fuerte política de género. La comandante máxima de Kobane es mujer y a la hora de la guerra estas combaten junto a los hombres. Este dato ha seducido a la prensa occidental, especialmente luego de la aparición de la foto de “Rehana o El ángel de Kobane“, una partisana rubia y de gran belleza que supuestamente habría matado a más de 100 miembros del Estado Islámico. Esta fotografía (donde se la ve haciendo la “V” de la Victoria) ha servido mucho para promocionar los esfuerzos de la defensa de Kobane, pues la combinación “mujer-rubia-atractiva”, sumado al morbo de la guerra, siempre ha sido del gusto de los medios de comunicación.
Kobani y su situación frente a el EI
Kobani y su situación frente a el Estado Islámico (EI)
“El PKK desde siempre ha planteado la integración de la mujer y se lo han ganado ellas a pulso. Desde hace 10 años la organización tiene jefaturas colegiadas, comandantes y comandantas, alcaldes y alcaldesas. Además se dice que en tiempos de paz son excelentes dirigentes. Esta política de género es, creo yo, algo a imitar en todo el mundo” relata Carlos Aznárez, mientras de fondo se escucha paradójicamente la voz de una mujer cantando desde un megáfono “Kobaneee libree, liberacioón”. Este histórico periodista de izquierda, compañero de Rodolfo Walsh en el semanario de la CGT de los Argentinos, en el diario Noticias y en ANCLA, es desde hace unos años titular de Resumen Latinoamericano, una agencia de prensa alternativa.
Además continua relatando:
ellos no conciben la revolución sin la liberación femenina, existen unidades de combate y campamentos estrictamente de mujeres, ellas combaten par a par con los hombres y para el Estado Islámicoesto es un dolor de cabeza porque bajo su interpretación del Islam que una mujer los mate los hace inmediatamente infieles y termina siendo un pasaporte directo al infierno.
Con su cabeza cubierta por una gorra del movimiento de izquierda colombiano Marcha Patriótica, una remera negra con la insignia palestina y sosteniendo en sus manos la bandera del País Vasco, Aznárez le pone cuerpo, figura y fondo a sus convicciones políticas.
El gobierno turco aceptó recientemente el inicio de frágiles conversaciones de paz con el PPK y la razón detrás de este acuerdo es la siguiente: desde hace 2 años el PKK controla militarmente un territorio del tamaño de Uruguay, en lo que se conoce como Rojava o el Kurdistán sirio, zona dentro de la cual se encuentra la ciudad de Kobane. Control militar que pudo lograrse gracias a otro acuerdo con un gobierno hostil a la causa kurda, el gobierno nacionalista de Basheer Al Assad, enfrentado militarmente a distintas fuerzas internas y externas que desde 2011 intentan derrocarlo.
“La gente del PKK, que venía teniendo rispideces históricas con el gobierno sirio, terminó acordando con éste la instalación de una zona de gobierno autónomo kurdo después de que empezaran a invadirlos mercenarios y terroristas de Al-Qaeda y otros grupos que quieren derrocar al gobierno de Basheer Al-Assad. El Estado Islámico quería avanzar e invadir Siria pero cuando llegaron se encontraron con los kurdos”, añade Aznárez.
Una de las claves para entender el conflicto, es que el territorio en el que se asienta desde tiempos inmemoriales el pueblo kurdo es una zona montañosa de difícil acceso para desconocidos y que los campesinos del lugar conocen mejor que nadie. Esto ha permitido que logren combatir de manera exitosa hasta hoy, tanto al ejército turco que cada tanto rompe el diálogo y bombardea como a distintos grupos de fundamentalistas.
“EI tomó Mosul, la segunda ciudad de Irak, en solo 6 horas pero hace 35 días que no pueden tomar Kobane y esto pasa porque los kurdos pelean por razones muy claras, por el socialismo y contra el fascismo que representa este invento de Estados Unidos, Turquía y las monarquías autocráticas del Golfo Pérsico, como Kuwait, Qatar y sobretodo Arabia Saudita, que financiaron mercenarios para derrocar al gobierno sirio y al igual que los talibanes en su momento, se le dieron vuelta a los yanquis” continúa describiendo la situación Aznárez. Además asegura que el ejército turco, miembro de la OTAN, “no ataca al EI ni permite que los kurdos que viven en Turquía crucen a defender Kobane y existen sospechas de que podría estar apoyando a los fundamentalistas”.
La procesión avanza lentamente, y luego de cruzar la Avenida Cabildo hacia Libertador, los manifestantes caminan mientras cantan con redoblantes y cornetas distintas proclamas contra Turquía, el fascismo y el imperialismo: “¡Kobane libre, liberación, contra el fascismo viva la revolución!”.
Finalmente llegan a la Embajada de la República de Turquía, una hermosa casa racionalista y moderna de dos pisos, fuertemente vallada a la espera de incidentes y destrozos que nunca ocurrirán.
En relación a las acusaciones de una supuesta complicidad entre Turquía, el Estado Islámico y Estados Unidos, Leandro Albani asegura que aunque descree de las teorías conspirativas, es razonable que el establishment norteamericano promueva tanto una derecha islámica moderada como la que gobierna el estado turco, así como monarquías dictatoriales o grupos fundamentalistas, ya que “lo interesante de esto y que a mi me gusta remarcar, es que yo creo, aunque no soy un experto en la religión aunque algo he leído, ese tipo de Islam, el de Turquía y las monarquías del Golfo Pérsico está íntimamente relacionado con el Neoliberalismo, además el gobierno actual de Turquía, conducido por Recep Erdoğan, cuyo partido propone una especie de “Democracia Islámica moderada”, promueve un esquema que le viene como anillo al dedo al imperialismo ya que islamiza la sociedad, implementa una economía de corte financiero y sin intervención estatal y todo lo que sea diferente lo barren. Los kurdos dicen que Turquía quiere hacer una limpieza, tanto por cuestiones étnicas, como ya hicieron con los armenios en 1920 como por cuestiones políticas ya que propugna un modelo socialista”.
Cierta o no la acusación de que el Estado Islámico estaría financiado por Estados Unidos, tanto para Albani como para Aznárez existe en Medio Oriente un histórico conflicto entre dos modelos regionales. Por un lado: El eje Irán, Siria y Líbano, tres países con una frontal oposición hacia la OTAN, Israel y el islamismo más conservador. Sociedades con mayores libertades civiles y economías con fuerte participación estatal. Países que además son aliados estratégicos de Rusia. Por otro lado: El bloque pro-norteamericano comandado por Turquía y Arabia Saudita, con economías más abiertas a la inversión extranjera y un marcado conservadurismo social y político. “Esos países hacen esa medialuna chiita, variante minoritaria del Islam, que las monarquías del Golfo Pérsico y Turquía quieren reventar y dividir como hicieron en Libia porque son los 3 países que contienen el avance de Israel y de Estados Unidos en la región“, y aunque el PPK es muy crítico tanto de la teocracia Iraní como del nacionalismo autoritario de Basheer Al Assad, mantiene con estos una posición de amistad debido a la expansión de sus enemigos en común.
“Los comandantes del PPK nos decían que los iraníes o los sirios no los molestan en los campamentos porque saben que sus fronteras están defendida por el PKK y ahí no entra ni Al Qaeda, ni los yanquis, ni nadie, la parte de la frontera donde está el PKK es muy segura”, continúa el intrépido periodista.
Ya promediaba el acto de repudio cuando los organizadores del evento prepararon una carta para entregarle a las autoridades de la embajada turca, carta que las autoridades se negaban a recibir y que solicitaba el fin de la hostilidades y la ayuda militar frente al ataque del Estado Islámico. Mientras tanto, los miembros de las distintas organizaciones presentes comenzaron una serie de declaraciones en donde se pronunciaron en solidaridad con la lucha de los combatientes kurdos. Pero fue el último orador, Mehmet Dogan, un antropólogo kurdo de barba gris, anteojos y titular del Comité de Solidaridad de América Latina con Kurdistán quien cosecho la mayor cantidad de aplausos y le dio un cierre simbólico al acto, ya que en un español esforzado declaró: “Ellos quieren salir de esta crisis económica provocando guerras entre hermanos y la única fuerza grande, democrática y también armada que puede enfrentarlas es la organización del pueblo kurdo. Vamos a triunfar, pero no hay que permitir que como en la Segunda Guerra Mundial el imperialismo norteamericano nos robe la victoria,
Kobane es como Estalingrado, si cae se producirá la balcanización de Siria, Irak, luego vendrá Irán y finalmente la división llegará hasta India y China, todos los países serán fragmentados porque están preparando una nueva guerra mundial.
Pero los pueblos hermanos del Medio Oriente vamos a resistir y lo vamos a hacer también gracias a ustedes. Ahora vamos a bailar, vamos a cantar y vamos a gritar juntos contra el imperialismo”.
Ese discurso, probablemente el más emotivo de toda la velada, se refirió como antes lo habían hecho algunos militantes de a pie, a “La Batalla de Estalingrado”, el enfrentamiento bélico entre 1942 y 1943 en el cual el Ejército Soviético y la población local, resistieron y pudieron derrotar a las tropas de Hitler, lugar además en donde se inclinó la balanza a favor de los aliados. Una reflexión similar a la de Carlos Aznárez, quien dice que Kobane es en la actualidad más que la última barrera al Estado Islámico, es “la última frontera frente al avance del fascismo y el imperialismo”.

Publicado originariamente en  labrokenface.com