El Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó el viernes pasado una resolución sobre Libia, sumiéndose definitivamente en el descrédito. Una vez más el organismo demuestra su naturaleza lacaya con los intereses de la banda terrorista OTAN y los países que la integran. Las graves violaciones de derechos humanos que sufre la población libia desde el golpe de estado otanista han sido omitidos de nuevo. La resolución no recoge ni los continuos asesinatos, ni las torturas, ni el genocidio de la población negra del país. Tampoco hace referencia al linchamiento del anterior líder libio, Muammar Al Gadafi, brutalmente asesinado por orden de la psicópata Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, tras ser capturado con vida; hecho que, según el derecho internacional constituye un crimen de guerra. Tampoco se dignó el Consejo a exigir una investigación por las más de 120.000 personas civiles, entre ellos ancianos, mujeres y niños, fallecidas bajo las bombas de la banda criminal OTAN y su filial afro-asiática, Al Qaeda. Varios países no pertenecientes a la alianza imperial ya han condenado la resolución del Consejo. Así, el viceministro de Exteriores de Rusia, Guennadi Gatílov, escribió en su cuenta de Twitter: “El Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución que calla la situación real de los derechos humanos en Libia, pese a que sí hay problemas allí”. “La doble moral occidental se hizo patente también en este caso”. En febrero de 2011 en Libia comenzaron manifestaciones que exigían la dimisión de Muamar Gadafi, que llevaba más de 40 años en el poder. Los servicios secretos de Israel, Francia y EEUU negociaron intereses occidentales con los “rebeldes” y poco después las protestas desembocaron en enfrentamientos armados entre las fuerzas del gobierno y los opositores apoyados por bombardeos de la OTAN. La Alianza atlántica invitó a su filial local Al Qaeda a participar en las “revueltas” y las pequeñas escaramuzas en una zona concreta del país se transformaron en una guerra abierta de agresión. La “oposición” instituyó el Consejo Nacional de Transición integrado entre otros por Al Qaeda, al que proclamó como la única autoridad legítima del país. El líder libio, Coronel Muammar Al Gadafi, murió a manos de los golpistas en octubre pasado cerca de Sirte, su ciudad natal. Desde entonces el país vive sumido en la pobreza que nunca antes había conocido la población. La sanidad y la educación públicos y universales fueron desmantelados, el banco central de Libia privatizado y la industria petrolera entregada a las potencias occidentales. Varias ciudades declaran su independencia poniendo en juego la unidad de la nación. Los 16 mil soldados estadounidenses, que poco después de la guerra desembarcaban en Libia, controlan las zonas petroleras del País, demostrando una vez más el objetivo real de la banda fascista OTAN. Y mientras, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU da cobertura legal a los criminales. Original de www.diario-octubre-com