Por Eduardo Luis Aguirre

La muerte de Carlos Saúl Menem estuvo acompañada por una enorme repercusión que en la mayoría de los casos expresaban opiniones puntos de vista, reflexiones y especulaciones especialmente vinculadas a sus dos ejercicios consecutivos de la presidencia argentina.
Muchas de esas expresiones recorrieron puntualmente los aspectos más recordados de su gestión. El afán incontenible de sustentar puntos de vista propios impidieron, en la mayoría de los casos, analizar en el momento de la despedida, el contexto histórico y geopolítico mundial que prácticamente coincidieron con la presidencia del riojano.

Quizás esté a tiempo, todavía, para intentar enmarcar esa época singular, en la que un mundo en aceleradas transformaciones implicó la realidad argentina y en el que la política exterior de nuestro país ubicó al mismo en un lugar absolutamente delicado y sensible. La política internacional de Menem estuvo signada también por una vertiginosidad compatible con la del mundo sobreviniente y una temeridad rara vez analizada. Las decisiones adoptadas por ese gobierno fueron tantas que tal vez convenga –para no desnaturalizar la extensión de este artículo- hacer hincapié en algunas de ellas, quizás las que mayores perplejidades debieron despertar en tiempo real.

Nunca, desde la segunda guerra mundial, acontecieron tantos cambios influyentes (por no decir determinantes) en el mundo como los que sucedieron desde fines de la década de los 80’ hasta los albores del tercer milenio. Desde el Consenso de Washington hasta las torres gemelas y las réplicas criminales de EEUU, pasando por la implosión de la ex URSS, de los socialismos reales y los paradigmas totalizantes de izquierda preexistentes, hasta el fin de la historia de Fukuyama. Fulminado el Pacto de Varsovia, la OTAN decide finalmente transformarse de una alianza estratégica defensiva en la mayor coalición militar ofensiva de la historia. Y en su debut como tal despedaza literalmente a Yugoslavia, el cuarto país de Europa hasta ese momento. Izquierdistas consagrados pasaron el vendaval bajo el paraguas piadoso de la tercera vía o el postmarxismo. ¿O nadie recuerda al laborista Tony Blair y los esfuerzos de Anthony Giddens, su sociólogo de cabecera, para “reformular” la socialdemocracia”? Es decir, transformarla en la contracara indiferenciable del neoliberalismo. Esos denodados esfuerzos provenían de un país con el cual pocos años antes habíamos perdido una guerra. Tosa una metáfora de la relación de fuerzas imperante. El nuevo sistema de control global punitivo producía millones de muertos, la invención de los golpes blandos y el colapso de los socialismos parlamentarios. ¿Nadie se acuerda de la frase de Margaret Thatcher? "La economía es el método, el objetivo es cambiar el alma”. Y vaya si el neoliberalismo lo consiguió. Logró nada menos que cambiar al sujeto, algo que nunca antes había ocurrido en la historia En ese escenario de rupturas coercitivas, gobernó Menem. Que era nada más y nada menos que el peronismo y su enorme capacidad de adaptación a los cambios y su respeto histórico por la relación de fuerzas. Hubo grandes cuadros en sus gobiernos que sabían perfectamente que daban luchas defensivas y conocían de memoria el planisferio unilateral sobreviniente.

No puedo dejar de mencionar, en un rápido recorrido por la política internacional menemista, la intervención argentina en el la guerra de los Balcanes, que se desarrollaba a 15 mil kilómetros de nuestro país, suministrando armamento a los croatas y aportando tropas que se involucraron militarmente en el mismo bando, algo que parece ser bastante menos recordado. No obstante, las crónicas de la época y los testimonios de los protagonistas son categóricos.

Según constancias de diferente naturaleza, el gobierno de Menem contrabandeó aproximadamente 6500 toneladas de armas destinadas a favorecer a Croacia en el conflicto (época de "relaciones carnales" con EEUU, cabe recordar). La relación con uno de los bandos en pugna parece no haberse agotado allí. Y esta es la parte menos conocida de esa trama de la historia.

En la década de los noventa, un militar argentino llamado Rodolfo Barrios Saavedra, decidió, en plena guerra balcánica, alistarse en el ejército croata. Barrios llegó a ser brigadier de esa fuerza, adquirió la nacionalidad croata y vivió durante años en Zagreb o sus alrededores, juntamente con su familia. El episodio, sin embargo, no parece ser original ni único. Medios de nuestro país dieron cuenta  en su momento de que al menos 400 militares argentinos contribuyeron al desmembramiento forzado de un país que era inaceptable para la OTAN en medio de Europa, lo que estos personajes denominan “guerra de liberación” (1). Volviendo al mencionado Barrios, es necesario destacar que el mismo fue objeto de una larga entrevista donde el militar dio testimonio hace algunos años de su -por lo menos- polémica  posición ideológica y su curiosa postura respecto del conflicto de los Balcanes, elogios al general Ante Gotovina incluidos. Gotovina fue condenado en primera instancia por el TPIY y luego absuelto por la alzada.

En la edición del diario La Nación del 24 de enero de 1999 se publica un reportaje a Barrios. La nota se titula “Un testimonio clave en Croacia. Se sabe dónde están las armas argentinas”

El ex capitán argentino Rodolfo Barrios Saavedra es hoy uno de los altos jefes del ejército croata. Hace ocho años que se fugó de la Argentina, en febrero de 1991, después de haber participado en el levantamiento carapintada que encabezó el ex coronel Mohamed Alí Seineldín.

Desde entonces ha combatido en primera línea contra serbios y musulmanes, en territorio croata y en Bosnia, durante toda la guerra en la ex Yugoslavia, que culminó con un acuerdo firmado entre las partes a fines de 1995. En cuatro años y medio de enfrentamientos bélicos, Barrios tuvo en sus manos fusiles FAL (Fusil Argentino Liviano), y vio los cañones Citer 155 milímetros producidos en la planta de Río Tercero de Fabricaciones Militares.

Ese armamento fue vendido por la Argentina país a Croacia en operaciones ilegales de ventas de armas que violaron el embargo dispuesto por las Naciones Unidas (ONU) durante aquel enfrentamiento bélico. Para esa operación se simularon envíos a las fuerzas de seguridad de Panamá, según investiga la Justicia.

"Los cañones que vinieron desde la Argentina están en una brigada en la zona de Virovitica. Ese armamento llegó en 1994 y hoy forma parte del material con que cuenta Croacia. Eso no es un secreto de



Estado. El ejército tiene su revista donde aparece publicado, y con fotos, el armamento que tiene. Esos cañones, al igual que los fusiles FAL que yo usé en los primeros años del enfrentamiento, son parte de lo que el país compró para poder encarar la guerra", dijo Barrios.

Hace siete años que Barrios no habla con un periodista. Dice que quiere estar tranquilo y que por eso no responde a muchos llamados que recibe desde la Argentina. Está instalado en una base militar ubicada en uno de los montes que rodean a Zagreb.

En ese lugar cubierto de bosques, con mucha nieve en esta época del año, tiene a su cargo una escuela de entrenamiento de grupos comando. Allí se entrevistó con La Nación .

"En el ejército croata es vox populi la adquisición de armamento argentino. Me han dicho que esas armas iban vendidas a Panamá. Bueno, todo el mundo sabe que en Panamá no hay fuerzas armadas", recordó Barrios Saavedra.

-¿Cree que Balza es responsable por la cantidad de armamento del Ejército que habría sido contrabandeado?

-No puedo dar esa respuesta. Compromete a mi función en este país.

-Bueno, pero el armamento argentino está aquí, aunque quienes están comprometidos en el caso insisten con que la Argentina no vendió armas a Croacia...

-Me parece casi infantil que se siga negando que la Argentina ha vendido esas armas.

Los Citer 155 milímetros de fabricación argentina conforman varios grupos de artillería en brigadas que se encuentran entre los pueblos de Virovitica y Kopritnica. "Hay entre 18 y 24 cañones Citer, no recuerdo el número exacto. En cambio, a los obuses Oto Melara no los he visto", explicó Barrios Saavedra.

La forma en que Croacia adquirió su armamento, pese a la prohibición que establecía el embargo de la ONU, es un secreto guardado aquí bajo siete llaves. Pero a nadie parece importarle demasiado, ya que la visión nacionalista que comparten gobierno y población es que había que conseguir lo que fuera posible para defenderse: los serbios se habían quedado con todo el poderío bélico de la ex federación de repúblicas yugoslavas.

Barrios Saavedra sabe que la sucesión de ventas de armas que efectuó la Argentina autorizadas por decretos presidenciales -números 1697 y 2283, de 1991; y el decreto 103, de 1995- están siendo investigadas por la Justicia en Buenos Aires, pero afirma no estar al tanto de los pormenores del caso.

El ex militar argentino tiene el grado de brigadier, equiparable al de coronel, en nuestro país. Para sus subordinados es "el brigadier Saavedra". "Yo soy parte en este asunto porque soy un oficial del ejército croata, no puedo hablar de aspectos que comprometan a este país", aclaró Barrios Saavedra en un momento de la entrevista que se desarrolló en un hotel que está a pocos metros de su base.

"Me doy cuenta de que algunos en el Ejército ´legal´ argentino -se refiere a la institución que comanda el general Martín Balza- quieren aprovechar para tirarme a mí a la parrilla por los problemas que surgieron en la Argentina con este tema. Yo estaba aquí solo y combatiendo para Croacia. Lo que ocurre, como en cualquier situación delicada, es que se intenta buscar un chivo expiatorio y los responsables de cada área tiran la pelota para abajo".

A Barrios Saavedra, los soldados que comandaba durante la guerra le hacían comentarios del armamento argentino que estaba distribuido en la región. "Me decían esas cosas porque sabían que era argentino. A los croatas nos venía muy bien que llegaran armas, desde la Argentina, desde China o donde sea. Si hubo una fuerte corrupción por esto, esperemos que la Justicia pueda juzgar a los responsables", reflexionó.

Los decretos emitidos por el gobierno en 1991, que fraguaban un envío de armas a Panamá, fueron firmados por el canciller Guido Di Tella, el entonces ministro de Economía y actual diputado de Acción por la República Domingo Cavallo y por el ex titular de Defensa y actual de Trabajo Antonio Erman González.

En el decreto 103, de 1995, que estableció como destino falso la República de Venezuela, la firma del entonces ministro Oscar Camilión reemplazó a la de González en la cartera de Defensa, y se repiten las de Di Tella y Cavallo. Ambas disposiciones gubernamentales fueron rubricadas por el presidente Carlos Menem.

Barrios Saavedra hace tiempo que no tiene ningún contacto con la Argentina, no habla con sus ex compañeros carapintada, ni con otros militares argentinos. Cuenta que las ideas que tenía antes de dejar Buenos Aires han desaparecido.

"Ojo que yo nunca fui un golpista contra el Gobierno. Me tenían como un subversivo dentro del Ejército. Me rebelaba contra esos generales de m... que no tienen dignidad para llevar el uniforme del Ejército argentino, queríamos borrar esa clase de jefes. Son incapaces de hacerse responsables por alguno de sus subordinados", explicó.

Este ex carapintada escapó de la Argentina en febrero de 1991. Estaba internado en el Hospital Militar, había recibido una herida en la pierna durante los enfrentamientos con lo que todavía llama "el Ejército legal". "Estuve como seis meses dando vueltas. Primero fui a Brasil, después a Paraguay, y al final en Uruguay encontré la posibilidad de venir a combatir a Croacia y me vine. Fueron cuatro años y medio de guerra", recuerda.

Barrios Saavedra tiene hoy 39 años. Vive en el centro de Zagreb, en un departamento de 70 metros, con su esposa María Marta y sus siete hijos. Los dos más chicos, Petar Kresimir, que tiene 2 años y lleva el nombre de un héroe nacional, y María Milagros, de 6 meses, son nacidos en Croacia, aunque ya todos son croatas de nacionalidad (2).

Increíblemente, la participación de tropas y armamento argentino en una guerra que acontecía a 12.000 kilómetros de Buenos Aires no ha sido motivo de investigación ni tampoco mensurada en su verdadera magnitud y gravedad en materia geopolítica. Una verdadera muestra de la audacia y la irresponsabilidad del gobierno de Menem en materia de política internacional y de la debilidad de los actores políticos, académicos y científicos que tuvieron mucho para decir (y no lo hicieron) de cara a ese disparate que pudo haberle costado muy caro a nuestro país y que lo ubicó en un lugar de la mayor opacidad histórica.





(1)     Ver http://seprin.info/2014/05/29/militares-argentinos-por-el-mundo-los-heroes-no-reconocidos/. En su defecto, puede consultarse https://www.taringa.net/+militares_en_t/historia-de-los-soldados-argentinos-que-lucharon-en-croacia_13nokg ; https://es.scribd.com/document/259727953/Soldados-Argentinos-Que-Lucharon-en-Croacia o https://defensanacional.foroactivo.com/t10145-la-argentina-en-el-conflicto-de-los-balcanes

(2)        https://www.lanacion.com.ar/politica/se-sabe-donde-estan-las-armas-argentinas-nid125656/