Por Jorge Alemán

Cuando leo a diversos autores que describen con todo rigor las distintas mutaciones “antropológicas” desencadenadas por el capitalismo digital, financiero, algorítmico e hiperconectado, siempre surge en mí, la misma reserva que procede de lo que denomino “izquierda lacaniana”.

La diferencia irreductible entre el modo de producción de subjetividad propia del capitalismo actual y la invariante estructural del sujeto que adviene en la lengua que se habla y que llega a través del Otro. Decimos la “lengua que se habla” para no confundirla con la elaboración lógica y lingüística que se nombra como Lenguaje.

Sean como sean las mutaciones y su posible alcance en el orden antropológico nunca estamos frente a un nuevo tipo de especie humana. El “embrollo” incurable y fallido por estructura, al que se enfrenta el sujeto en su existencia hablante, sexuada y mortal, siempre retorna. Anudar un cuerpo y sus pulsiones a la palabra y al nombre propio, sobrellevar como se pueda el peso de las identificaciones propias de la inconsistente y pesada novela familiar, la insatisfacción o la imposibilidad del deseo, la voz y la mirada del Otro, etcétera, siguen marcando de modo inexorable, lo que el ser hablante entiende por vida.

He sido uno de los que más he insistido en intentar dar cuenta del modo en que la contemporaneidad incide en estos avatares, pero los mismos no se pueden borrar sin más, en nombre de una permanente mutación antropológica. Las décadas que llevo escuchando al que dice ser, uno por uno, me dejan una constancia definitiva de lo que afirmo.

Por último en estos teóricos de la megaconexion actual subyace un error político propio de su historicismo antropológico: disolver la constitución del sujeto en una subjetividad que finalmente es idéntica al devenir del Capital. Lo que conduce a un callejón sin salida en el orden político de la cuestión.

Una “izquierda lacaniana” debe dar cuenta con sus recursos teórico clínicos de ese error de perspectiva. Las costuras sociopolíticas que saltan por todos lados, en el mundo del capitalismo de la infoesfera y lo hacen crujir pueden alcanzar su inteligibilidad si no se borra en la aparición de la nueva subjetividad capitalista aquello que en el sujeto hace objeción a sus mutaciones antropológicas.