Por Ariel Fabián Ríos Garcés

Reflexión desde la historia de la filosofía: sobre el dualismo mente/cuerpo y la dominación de las mujeres.

Nos parece extraño, abusivo e injusto que en algunas culturas islámicas las mujeres sean obligadas a usar un velo en el rostro para salir a la calle, mientras que los hombres no. Pero no nos parece extraño ni abusivo ni injusto que acá los hombres podamos circular por la playa o la plaza con los pectorales al aire, mientras que si las mujeres hacen lo mismo son contravenidas, reprimidas y humilladas. Ellas deben taparse el pecho, nosotros no. ¿Por qué?

Los que reproducen el “chotazo” deberían saber que las tetas no son un órgano genital como el pene. No lo comparen. Sé que el falocentrimo que esgrimen no les permitirá entenderlo.

El androcentrismo que nos constituye no nos permite ver que comparamos, juzgamos, criticamos y repudiamos a cada acto o persona que se desvíe de la norma que imponemos.

Muchos de los hombres que critican a las mujeres que participaron del tetazo aclaran ante todo que “admiran la belleza del cuerpo femenino”. Temen no ser considerados machos ejemplares. Creen que los pechos de las mujeres tienen que estar a disposición de ellos. Solo deben ser mostrados cuando ellos lo requieren. Para ellos las tetas son y deben ser objetos sexuales, y no la vida de otra persona. Y como objeto sexual debe ser mostrado a mí y para mí, cuando yo quiero y no en público. Ese es el androcentrismo. Creer que todo es según la mirada y el deseo del hombre macho heterosexual blanco, y los demás, las demás y lo demás deben estar a su servicio.

No sé si hablar en tercera persona o en primera. Como todxs yo también nací en esta sociedad patriarcal y fui inscripto en unos de los lados del binomio hombre-mujer. Y por tanto me constituí a través de ideas, creencias, costumbres y prácticas que me hacen actuar y ver el mundo como tal: como macho, como el dominante de ese binomio. Y nuestros cuerpos, como las cosas del mundo, están constituidos por esas ideas (machistas) que aprendemos irreflexivamente, sin darnos cuenta y que luego naturalizamos.

Los cuerpos, la mirada que tenemos sobre ellos, están constituidos por nuestras ideas, por nuestra mentalidad, por nuestra histórica cultura impuesta. Por eso a muchxs les cuesta darse cuenta que el tetazono se trató de un acto sexual impúdico y obsceno. Lxs que creen eso es porque siguen asociando el cuerpo femenino a una mercancía sexual.

Pero sí se trató de un acto provocativo. Un acto provocativo que consistió en mostrar una parte del cuerpo. Es provocativo que las mujeresse adueñen de sus cuerpos y lo muestren porque lo desean genuinamente. Es provocativo que lo muestren sin que sean obligadas, sin que nadie se los pida, sin hacerlo para satisfacer el deseo de nadie, sin hacerlo a cambio de nada. ¿Por qué?

Es algo que tampoco podemos ver porque nos ha sido impuesta una tradición cultural que se ha encargado de negar el cuerpo.

A todos aquellxs que le restan importancia frente a otras luchas políticas, a todos mis amigxs educados en la tradición católica debo decirles que me ofenden sus comentarios discriminatorios, machistas, misóginos, y que en nada hacen honor al fundador de la religión al que adoran. Ese hombre transformó la historia de su cultura al oponerse al sistema vigente que oprimía a las personas en situación de pobreza, a lxsniñxs y a las mujeres prostituidas por ejemplo. Con sus comentarios, los actuales seguidores de él, están haciendo lo contrario, están justificando al actual sistema vigente que aún domina y oprime a mujeres, niñxs y pobres.

No saben que la doctrina católica, es decir su ideología, su forma de pensar, se fundó tomando los conceptos, categorías, y sistema de pensamiento helénico, principalmente del neoplatonismo. La filosofía griega (Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles) se encargó de erigir la razón, lo intelectual, las ideas, lo psíquico (el alma, lo que supuestamente trasciende), lo racional, por sobre lo corporal, el cuerpo, lo sensible, las sensaciones y las emociones. Adoraron las ideas, lo intelectual, lo racional y desvalorizaron, despreciaron, y rechazaron al cuerpo, lo sentidos y lo sexual.

Desde la antigua Grecia triunfó la concepción dualista, la idea de que somos mente/cuerpo o alma/cuerpo. Se perdió la idea de que somos una unidad, una carnalidad viviente. Y en ese dualismo se le asignó al primer elemento, al alma, todo lo superior y bueno, mientras que al segundo, al cuerpo, se le asoció todo lo inferior y malo.

Desde Parménides, con la elección de la razón y la lógica como la vía de la verdad, la vía del ser, se despreció y se desvalorizó todo lo asociado a los sentidos, lo sensual y lo corporal. Todo esto último pasó a ser “no ser”, es decir no verdadero, no existente.

De manera que se fragmentó la carnalidad viviente, la vida de las personas, y se erigió a lo intelectual, lo racional, lo lógico por sobre lo corporal, lo sensual, los sentidos. Por eso Sócrates pudo beber la cicuta, porque así liberaría a su alma, eterna y trascendente, de la cárcel que para él era su cuerpo. Por eso para Platón lo real eran las ideas, mientras que las cosas y los cuerpos cosificados tenían menor grado de existencia. No había que fiarse de estos sino de la razón.

Lo que hace al ser humano es la razón, la racionalidad. Y esa racionalidad, que era particular, cultural, griega, machista, se universalizó. De manera que los que no eran como ellos tenían menor grado de existencia y debían ser dominados. Por eso justificaban la esclavitud, la dominación sobre lxsniñxs y sobres las mujeres. Porque consideraban que los esclavos, extranjeros, las mujeres y lxsniñxs no tenían (aun no la habían desarrollado en el caso de los niños) la capacidad racional que solo atribuían al griego, hombre y adulto.

A través del neoplatonismo, en los primeros siglos, y mucho más tarde a través del aristotelismo, la Iglesia Católica formó su doctrina, su sistema de creencias, con estos conceptos heredados de la filosofía helénica. Heredó el dualismo y el desprecio por lo corporal, por lo carnal. Y heredó la relación de dominación delos hombres por sobre las mujeres y por sobre lxsniñxs.

Este desprecio por lo corporal y por todo lo que no se ajustaba al divino ser racional reinante y masculino, llevó a la demonización de lo corporal, de las mujeres y lxsniñxs. Por eso eran castigadas las mujeres y lxs niños, por eso eran torturadxs y quemaban sus cuerpos durante la Caza de Brujas, porque así “salvaban” sus almas, las purificaban.Eran el chivo expiatorio de los males que iban desde la mala cosecha, la infertilidad del hombre y la mujer, hasta de orgías e infanticidios. Eran castigadas por no cumplir el rol que la nueva división sexual del trabajo, requerida por el incipiente capitalismo, les asignaba: reproductoras de la fuerza de trabajo. No corresponder al deseo sexual del macho, enviudar, envejecer, no procrear, abortar,hacer remedios caseros eran herejías.

Esta misma creencia, la de la preeminencia del alma, la razón (europea) por sobre el cuerpo, la carne, fue la que posibilitó que la Iglesia Católica fundamentara y justificara el castigo, la tortura, la servidumbre y el genocidio de los pueblos originarios de América Latina durante la invasión, la conquista y la colonización. Ya que estas personas no tenían la racionalidad ni las ideas ni la cultura de los europeos, entonces solo tenían algo despreciable, sin valor: el cuerpo, la fuerza bruta. Estaban más cerca de la animalidad que de la humanidad. Entonces estos cuerpos (estas personas inferiorizadas, animalizadas, racializadas) debían ser educados, corregidos, castigados, encomendados a “señores” que les “salvarían” las almas de tal estado de naturaleza salvaje; y ellxs debían agredecerle y pagarles con sus trabajos, con sus cuerpos, con sus vidas. La misma operación se usó para esclavizar a pueblos africanos, a quienes se inferiorizó aún más y fueron sacrificados para enriquecer a los reinados de España, Portugal, Inglaterra.

Bajo este exterminio y saqueo se erigió el sistema mundo moderno, el capitalismo, del cual EEUU es el alumno que superó al maestro y hoy es un imperio cuya sociedad no tiene escrúpulos en ser liderada por la xenofobia y la misoginia de su actual presidente.

En Argentina, Estado Nación forjada en el genocidio de pueblos originarios e inculturizada en el occidentalismo, que se cree que lo mejor de ella descendidió de los barcos venidos de Europa, también mantenemos el supuesto de la superioridad de la racionalidad occidental por sobre el cuerpo y las culturas originarias. En eso consiste el eurocentrismo. Y no es solo una idea. Sino toda una serie de creencias, costumbres, instituciones y mecanismos de dominación que justificamos como “naturales” y que mantienen oprimidas a todas aquellas personas que no sean hombres, blancos, ricos y heterosexuales, y con buena salud mental.

Esto hace que invisibilicemos los cuerpos, los sufrimientos y padecimientos de todas las personas que no sean como estos últimos.

Entonces no importan los padecimientos de los “negros”, los “morochos”, de tez morena, cuya falta de blanquitud acusa alguna ascendencia a pueblo originario o no europeo, y como tal son racializados: “pertenecen a una raza inferior”. Y por tanto pueden ser explotados laboralmente como por ejemplo en las chacras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén ocurre con los trabajadores venidos del norte del país, o pueden ser explotados en talleres textiles clandestinos y en general son relegados a los trabajos corporales en condiciones paupérrimas. Y si se niegan a hacer estos trabajos son calificados y culpadas de “vagos”, de no querer trabajar.

Pero esto pasa aún más con lxsniñxs, lxsexplotadxs laboralmente, lxsexplotadoxs sexualmente, lxsabusadxs sexualmente, lxscastigadxs físicamente y psicológicamente, lxs empobrecidos, los que tienen sus derechos vulnerados. Esto es posible en tanto sigue operando la idea de que “aún no tienen madurez suficiente”, aún no son adultos, racionales, se considera que están más cerca de la animalidad, son minorizadxs, son “menores”.

Y así también aún pasa con las mujeres. Son inferiorizadas, sus cuerpos sexualizados, construidos como objetos de dominio por el macho, cosificadas. Entonces mostrar el cuerpo, o solo una parte de él como son el pecho o los pezones, sin que el macho se lo pida, sin que sea para el deseo sexual de éste, sino solo porque la mujer quiere hacerlo, se trata de una acción política trascendente que se revela contra siglos de dominación hacia ellas y sus cuerpos. Una acción política que se revela contra la larga historia occidental del dualismo que jerarquizó al raciocinio occidental masculino e inferiorizó los cuerposyinvisibilizó los sufrimientos de lxssometidxs. Mostrar el cuerpo es mostrar aquello negado por esta historia. Mostrar el cuerpo es mostrar la vida que fue negada por esta historia. Es mostrar la vida que desea vivir en un mundo justo, sin violencias, sin opresiones, sin sometimientos, sin sometidxs. Es entonces una lucha no solo a favor de las mujeres sino de todxs aquellos oprimidxs que el hombre blanco occidental propietario y heterosexual niega, discrimina, reprime y mata.

El tetazo, visibilizar el cuerpo, el de las mujeres oprimidas, es también visibilizar la dominación que desde los orígenes de occidente somete a mujeres, niñxs, y desde hace más de cinco siglos a pueblos originarios de América y África, a personas desposeídas o en situación de pobreza, a personas en situación de discapacidad, a personas gays lesbianas transexuales o bisexuales, a adultos mayores, a personas con enfermedades mentales y tantas otras.

Me aborrece, me da nauseas escuchar a personas cercanas que están más preocupadxs por paredes escritas que por las mujeres torturadas y asesinadas solo por el hecho de ser mujeres. Esa preocupación muestra que están más preocupadxs por defender la propiedad privada, pilar del capitalismo, que por defender la vida de las mujeres. Como si las mujeres fueran menos que una cosa como es la pared.

Creo que debemos estudiar y entender la historia no oficial, que debemos romper con el binomio hombre-mujer, con esa lógica binaria que determina a las personas a pensar, comportarse y ser de una manera esterotipada, que las determina a reproducir la dominación de unos sobre otrxs sin siquiera poder pensar ni ver otro modo de ser, otro modo de relaciones.

Pido disculpas por los errores e ideas androcéntricas que seguramente se me cuelan en este texto. Estoy seguro de que varias personas, ya sea por sus experiencias y/o estudios, sabrán encontrar ideas machistasy heteronormativasen esto que estoy publicando. Fui educado en este sistema patriarcal, inscripto como masculino y lamento aún no poder filtrar todos los mandatos y naturalizaciones. Seguiré estudiando, reflexionando, escuchando otras voces, otros saberes, para que aquello ocurra lo menos posible.

Les pido disculpas. Me avergüenzo de la masculinidad que hoy las reprime, las humilla, las tortura y las mata.