Hace pocos días ensayábamos una reflexión sobre lo que podría sobrevenir en nuestro país una vez que se superara la preocupante incidencia del coronavirus. En ese artículo (“El día después”) nos planteábamos la necesidad de fortalecer lo Común, lo solidario, lo colectivo frente a lo grave. Imaginábamos, en algunos de sus párrafos, un ensanchamiento y a la vez una recuperación del concepto ancestral de comunidad, de la democratización de un sentí/pensar amoroso fortalecido en la adversidad, y nos representábamos a esta última como un combustible capaz de hermanarnos, quizás definitivamente, en nuestra condición humana y nuestra convivencia futura. Una esperanzada pulsión de vida atravesaba algunos de esos tramos.
La ministra Sabina Frederic acaba de tomar decisiones históricas en temas sensibles de la cartera a su cargo. Desmontar-uno por uno- los dispositivos de control punitivo interno del macrismo constituían una suerte de imperativo categórico para cualquier gobierno popular. Los desafíos que restan en materia de seguridad son enormes, pero la perentoriedad táctica de las medidas ensayadas impactan en el horizonte de proyección de cualquier estrategia democrática a desarrollar en el mediano y largo plazo. El primer paso está dado.
El presidente Mauricio Macri acaba de perpetrar una tentativa ilegal de derogación por decreto de las leyes de Defensa, Seguridad e Inteligencia.La mayoría de la población argentina se ha manifestado en contra de una medida que lleva a preguntarse hasta dónde está dispuesto a avanzar el gobierno de Cambiemos en materia de deterioro de la convivencia democrática.
Por Eduardo Luis Aguirre
"Quien enseña sin emancipar, embrutece" (Jacques Ranciere)Desde hace muchos años venimos planteando nuestra profunda preocupación respecto de la forma en que se enseñan los Derechos Humanos en muchas de las escuelas de derecho argentinas. Esa preocupacción está vinculada centralmente a un perfil de enseñanza notoriamente desagregado del resto de las materias que integran la carrera.
Se denomina “genocidio reorganizador” a aquella práctica social que recurre al exterminio sistemático de un “otro” previamente construido (y desvalorado) al que se decide aniquilar para reorganizar una determinada sociedad en base a la cosmovisión de los perpetradores.